La Asociación de Jóvenes Empresarios (Anje) quiso hacer un aporte a la modernización de los procesos electorales con el frustrado debate que organizó con la participación de los tres principales candidatos presidenciales.
El método es un paso importante, con todo y que pueda carecer de mayor incidencia en la intención del voto en un país donde las emociones prevalecen sobre la racionalidad y en que tiene tanto peso político el asistencialismo, el clientelismo y otras prácticas alejadas de la capacidad y las propuestas de los candidatos.
Los obstáculos que asomaron tan pronto se hizo la convocatoria anticipaban que el debate no prosperaría. Solo el expresidente Leonel Fernández, de Fuerza del Pueblo, se mostró dispuesto a participar sin condiciones en el encuentro.
Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno (PRM), dijo que lo haría si participaban todos los convocados.
Y Gonzalo Castillo, después de anunciar que estaría en el debate invocó cuestiones de agenda para excusarse. En Estados Unidos y España los debates son obligatorios. En esos países el clientelismo también está penalizado.
A pesar del fracaso de la exposición de Fernández, Abinader y Castillo la Anje debe estar satisfecha de su iniciativa.