Opinión

Pobre Carta Pastoral

Pobre Carta Pastoral

POR:  Susi Pola

Susipola@gmail.com

 

 

Este pasado 2013, no ha sido muy propicio para la Iglesia católica local que, al igual que las de otros países en su momento, se ha topado de cara con los crímenes sexuales cometidos aquí, por consagrados nacionales e internacionales.  Y no porque en República Dominicana sea un fenómeno nuevo -hace más de diez años que se denuncian casos de pederastia clerical por católicos- pero la presencia de un nuncio, máxima autoridad fuera de Roma para la Iglesia católica, acusado directamente por víctimas menores aquí, creó el gran escándalo. El nuncio, siéndolo aún, fue apartado subrepticiamente por el Episcopado dominicano, para evitar la confrontación con la justicia, y más tarde, destituido en Roma.

Un poco antes, la acusación de varios niños, víctimas del cura polaco establecido en Juncalito desde hacía 8 años, todo durante las vacaciones de este en Polonia, ya habían consternado a este país que, sumado a muchas otras acusaciones, despertó al clamor internacional por este concepto.

Y es que, la dimensión de los casos de pederastia dentro de la Iglesia católica es tan grande que incluso, como hemos visto en estos últimos días referidos por El Vaticano, tienen una figura para regularlo y hasta un tribunal encargado de tratarlos. De acuerdo al investigador mexicano, Alberto Athié, son más de cien mil las víctimas reconocidas en varios países y hay procesos iniciados incluso, en la década de los setenta y los ochenta.

La regla de la Iglesia católica ha sido encubrir estos crímenes, realizando el traslado de clérigos culpables a otras latitudes, a pesar de que todos los ordenamientos jurídicos democráticos del mundo tipifican como delito penal las conductas sexuales con menores y su encubrimiento.

En el caso de la Iglesia católica local, el colofón de esta indiferencia tradicional hacia las víctimas de los crímenes sexuales clericales, es probablemente la Carta Pastoral del Episcopado dominicano, con foto trucada y todo. En un marco reiterativo, anacrónico y familista tradicional, no cabía ni una mención al escándalo suscitado por la pederastia clerical dominicana, una disculpa pública, una explicación a las víctimas y familias. No, imposible, el documento recalca la intransigencia de un grupo masculino, creído oráculo de Dios cuando deja detrás una larga cola de mentiras que vamos pisando.

Una pena y falta grande de visión de una jerarquía eclesial cada vez más desacreditada frente al pueblo dominicano. Menos mal que la Iglesia Católica local tiene a Rogelio Cruz, Nino Ramos, Tony Ramos, Ramón Abréu y otros más que integran el Grupo Sacerdotal Don Hélder Cámara, manteniendo la fe, en el punto evangélico necesario.

El Nacional

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