POR: Hugo A. Ysalguez
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En los anales del Poder Judicial, la política ha perneado todas sus instancias, pues siempre los partidos que tienen la mayoría en los organismos de tomas de decisiones, tienden a seleccionar a magistrados que obedezcan a sus intereses partidarios.
En la época reciente, podemos citar al ex dictador ilustrado, Joaquín Balaguer, que buscó el control del Poder Judicial para proteger a los criminales y corruptos que eran la base de sustentación de sus regímenes, los cuales tiñeron de sangre a nuestra sociedad.

Las organizaciones políticas que tenían mayoría en el Senado de la República, que entre sus facultades, poseía la facultad de la designación de los jueces de los diferentes tribunales, escogía a sus dirigentes y militantes para administrar justicia.
Se recuerda que en el año 1978, cuando el PRD ganó las elecciones, llevando a la presidencia de la República a don Antonio Guzmán, Balaguer despojó al partido blanco de cuatro senadores, para tener el control de la justicia y así evitar que sus adláteres fueran perseguidos y condenados por sus hechos punibles.

En el año 1997, la designación de los jueces registró un giró importante, dado que en el Consejo Nacional de la Magistratura, una figura jurídica incorporada a la Constitución de la República, es quien selecciona a los magistrados del orden judicial y en aquel tiempo se eligieron jueces con cierta independencia.

El recuento viene a propósito de la inquietud del presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Mariano Germán Mejía, para que la política sea excluida del Poder Judicial, como una garantía para su independencia e imparcialidad. En el año 1963, cuando Juan Bosch asumió el poder, dijo que “la libertad no perecerá en mis manos”. Parafraseando al ilustre estadista, esperamos que la justicia no sucumba bajo la égida del magistrado Germán.