La información servida el domingo por El Nacional, de que la libra de pollo se comercializaba en barrios del Distrito Nacional entre 85 y 100 pesos causó enojo entre autoridades, sectores políticos y de comercio, que al desmentirla, reiteran su enfermizo afán de tapar el sol con un dedo.

Reporteros de este periódico retornaron ayer a esos sectores populosos e incluyeron otros barrios en el recorrido para volver a constatar los precios de la carne blanca, pero el resultado fue casi el mismo, porque esta vez, osciló entre 80 y cien pesos la libra.

El Ministerio de Industria y Comercio envió a este diario el resultado de un monitoreo sobre precios de alimentos en supermercados, realizado entre el 17 al 26 de mayo, en el que se especifica que la libra de pollo oscila entre 72 y 82 pesos. Quizás sea prudente que en ese estudio se incluyan puestos de venta que operan en los barrios populares.

No hay por qué dudar que en los supermercados se oferte el pollo a los precios que dice Industria y Comercio, pero en esta redacción damos fe de que en tres colmados y una pollera del barrio Gualey, y otro puesto del ensanche La Fe, la libra de ese alimento se expendía ayer a cien pesos.

Resulta ocioso que se intente negar una situación de carestía y escasez de pollo en barrios populares con una disertación sobre los precios en granjas o en supermercados, porque a lo único que se aspira es a que se expenda en esos sectores a los mismos precios de las grandes plazas.

La Asociación Dominicana de Avicultura ha desmentido también que se hayan producido alzas en el precio del pollo, al tiempo de garantizar abastecimiento y calidad del producto, lo que se recibe de buen agrado, con el solo ruego de que ese maná llegue también a los barrios populares.

Por vía de ese gremio se sabe que el precio en granja se mantiene a 46 pesos la libra y “el pollo caliente” a 72 pesos, pero sería recomendable que se garanticen precios asequibles a familias que se abastecen del alimento en mesas barriales y colmados.

El Nacional reitera en todas sus partes el contenido de sendos reportajes sobre el comportamiento de los precios de la libra de pollo que operan al otro lado de la verja, el de la miseria, que obviamente no son los mismos que se ofertan en supermercados