Hambre y miseria Vs. lujo
En el contexto de crisis que atravesamos, encontramos un factor con alto rango de debilidad en la economía, y es la situación del hambre en el mundo que va de mal en peor, por la exhibición del lujo de hoy en día; sabemos, que un economista es un individuo experto que sabrá ‘’mañana’’ por qué lo que predijo ‘’ayer’’ no sucedió ‘’hoy’’, pues, resulta evidente que más de 500 millones de seres humanos vegetan en la miseria, sometidos de manera constante al peligro de la inanición, y eso hay que admitirlo igual al hecho de algunas políticas y diplomacias comercial se encargan de poner mascara al hambre, sin asumir lo contundente de esto y como nos involucra a todos en todas las latitudes.
El mejor proyecto de desarrollo rural elaborado por expertos respaldados con todos los medios materiales, técnicos y financieros necesarios están condenados al fracaso si el campesino al que pretenden beneficiar no se siente lo bastante integrado como para participar en el sin reticencias, convencido de que se trata de su propio proyecto.
En las últimas décadas, la humanidad ha avanzado más en el campo de la técnica, de la ciencia, y de la política en el resto de su existencia. Desde que el hombre asocio la ciencia, la técnica y la política con una serie de leyes y principios llamémoslo marketing, encontró la manera a través de la cual su avance ha sido más rápido y, a veces, espectacular. El individuo en esa dirección, ha encontrado un camino valido para su desarrollo y su realización personal.
Puedo decir con toda seguridad que, en esa dirección el hombre contacto una fuerza bastante buena en su lucha por su conquista del universo. Sin embargo, en ese aspecto personal, ese avance está muy cuestionado, incluso, en determinados campos, va en franco retroceso.
En cuestión, sin duda, hemos sabido circunscribirlo por suficiente lucidez y no obstante, parece insoluble, Por qué? Por múltiples razones; pero, lo más grave es que los países en vía de desarrollo, así como los industrializados, les ha faltado siempre el coraje necesario para poner en práctica las medidas que preconizaban. Conviene ante todo, la máxima participación del hombre en vez de empeñarse en decidir por él, e imponerle soluciones sin contar con su opinión.