La Iglesia católica no tardó en censurar a través de uno de sus más preclaros representantes, el obispo Víctor Masalles, la excepción del presidente Luis Abinader en cuanto a la prohibición del aborto.
El mandatario aclaró que no está de acuerdo con la libre interrupción del embarazo, pero favoreció la intervención médica en los casos de violación, incesto, malformación del feto o cuando la vida de la madre esté en riesgo.
A sabiendas de que su opinión molestaría a la Iglesia y otros sectores que rechazan la interrupción del embarazo bajo cualquier circunstancia, Abinader fue responsable al hablar sin cortapisas sobre el tema.
Masalles no tardó en protestar señalando que en el “mundo de la fe ha causado gran pesar que, justo en los días del Nacimiento de Nuestro Salvador, un mandatario exprese apoyo a situaciones en las que no nacidos sean eliminados, sabiendo todos que las causales son antesala del aborto libre”.
A pesar del reproche el obispo de Baní observa cierta flexibilidad ante la radicalización de otros en su oposición al aborto. Pero todo apunta a que con sus declaraciones el jefe del Estado ha prendido la chispa para un amplio debate, que debería girar en torno al aspecto sanitario sobre el ideológico, sobre la interrupción del embarazo.
Sectores que pueden hacer importantes contribuciones les han sacado el cuerpo al problema para no entrar en contradicción con la Iglesia o con los grupos populares que defienden las causales.

