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Presencia económica

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Daniel Guerrero 

FMI: gobernanza gris

La crisis sanitaria del coronavirus, covid-19, ha colocado al Fondo Monetario Internacional (FMI) en una posición excepcionalmente difícil, sobre todo en materia del otorgamiento de líneas crediticias a los países en vías de desarrollo que requieren de dinero fresco para cubrir sus demandas sociales, dejando de lado el sendero de las emisiones de bonos soberanos.

Los organismos internacionales que configuraron la gobernanza económica global de postguerra (1945) se vieron involucrados en las contradicciones político-militares surgidas entre Estados Unidos y el Occidente industrializado ante los Estados nucleados dentro del desaparecido campo socialista liderado por la Unión Soviética.

Crisis financiera y bancaria como la desatada después de gestarse el derrumbe en los precios del petróleo (1973), así como los enfrentamientos militares entre los Estados árabes e Israel, transmitieron a la economía mundial la impostergable necesidad de buscar nuevos senderos de soluciones a los problemas financieros emergentes.

Hubo una coincidencia política-militar no programada y que después mutó al terreno político-ideológico entre Ronald Reagan, gobernante de Estados Unidos por el Partido Republicano durante el periodo 1981-1989 y Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña en el lapso 1979-1990.

Los bancos centrales y los gobiernos de todo el mundo también han implementado políticas para apoyar la economía global a una escala sin precedentes. La propagación de la pandemia del Covid-19 se ha extendido a un ritmo acelerado haciendo de la actual crisis económica global un tormento para la humanidad.

El recién iniciado año 2021 está marcando el reforzamiento de la ayuda oficial para el desarrollo y la puesta en práctica de diversos mecanismos de cooperación internacional. Las naciones más ricas deberían acudir al rescate de los Estados más pobres. Los préstamos de emergencia podrían ayudar a impulsar una recuperación ecológica mundial.

Durante el 2020 varios Estados ha estado destinando miles de millones de dólares para producir una vacuna que pueda ser aplicada -como en efecto ya está ocurriendo- a la población tanto estadounidense como del resto del mundo.

Más de 140 proyectos de vacunas se están desarrollando y aplicando a escala planetaria para enfrentar la propagación de la pandemia.

Para el FMI se está en presencia de una conjunción de crisis económica que desborda el marco de la simple salubridad para proyectarse en la esfera financiera y en la caída de precios de importantes materias primas, a través de las cuales se captarían divisas para hacer frente al pago de importaciones.

Ante este escenario y el miedo a la “desglobalización”, el FMI ha dado un giro a sus recetas para salir de la crisis.

Muchas veces visto como uno de los pilares del sistema económico liberal de postguerra, la entidad crediticia ha estado estimulando a los países subdesarrollados para que incrementen el gasto público y los acreedores suavicen sus condiciones ante sus deudores.

Pero una cosa es cierta: el mundo dejará de ser el mismo que existía antes de desatarse la furia de la pandemia por todos los continentes Y el FMI tendrá que redefinir su papel dentro de la gobernanza global.