Si desde un primer momento se hubiera asignado a Promese/Cal la licitación para las jeringas del programa de vacunación contra el coronavirus, el Gobierno hubiera evitado el escándalo que costó el cargo al ministro de Salud Pública, Plutarco Arias. No importa la urgencia ni que la vacunación sea un programa especial y que por ahora marcha sin mayores obstáculos. No es a Salud Pública que compete abastecer de medicamentos a las boticas populares ni los hospitales, sino al Programa de Medicamentos Esenciales (Promese) y Central de Apoyo Logístico. Cada institución tiene que jugar su papel y sobre todo en una gestión que promueve los procedimientos como base de la organización del Estado. El director de la entidad, Adolfo Pérez de León, ya anunció el inicio del proceso de licitación para la adquisición de las jeringuillas y otros insumos que se utilizarán en el programa de vacunación contra la covid. Por la experiencia y trayectoria de Pérez de León puede darse por descontado que la licitación se realizará con transparencia y el más estricto apego a las normas. Es Promese/Cal la que se encarga de comprar, almacenar y distribuir medicamentos e insumos médicos a los centros, mientras Salud Pública dirige la política sanitaria. No es de cuestionamiento ni falta de experiencia de lo que se trata, sino de que cada institución desempeñe el rol que le corresponde en la función pública. El escándalo con las jeringuillas es una amarga experiencia.

