Lejos de una planificación más racional del territorio para mejorar servicios y reducir gastos corrientes, los congresistas insisten en la creación de otra provincia.
Esa nueva división territorial no aportará otro beneficio, aunque se disfrace de las mejores intenciones, que el aumento de la burocracia con la designación de más empleados públicos y la elección de senador, diputados, alcalde, vicealcalde y regidores.
La división de la provincia Santo Domingo es un viejo proyecto del diputado del PRM, César Santiago Rutinel Domínguez (Tonty), quien considera erróneamente la demarcación, que se denominaría Ramón Matías Mella, un paso de avance para las zonas beneficiadas.
Por supuesto que unos cuantos se beneficiarán, pero a costa de las mayorías nacionales. Si la razón son los servicios los legisladores tienen el poder y la capacidad para reclamar las obras sin necesidad de incrementar el gasto corriente.
Esa provincia es un absurdo, cuya creación solo se justificaría por el apetito de la clase política de contar con más espacios para el nefasto clientelismo. Ante la impotencia de impedir su aprobación la única esperanza es que en su momento el Ejecutivo la rechace.
