Reportajes

Proyectos individualistas de la pequeña burguesía olvidan al pueblo

Proyectos individualistas de la pequeña burguesía olvidan al pueblo

La voracidad de la llamada pequeña burguesía, centralizada en el Estado (generalmente carente de bienes de producción notables) no ha conocido límites tras más de medio siglo de post-dictadura.

Ha tenido ese “sector de clase que trepar y medrar en los estamentos estatales dados a la promoción de la corrupción atada  la “gerencia” política.

Su mayor interés ha sido y es crecer como clase media hacia un estadio pre o plenamente oligárquico.

Algunos, desde el poder y muy recientemente, han logrado esa meta.

Se hace notorio en la insólita arrogancia, combinada con la indolencia por el dolor de los más que le permiten sus enormes recursos tomados del Estado.

Ha tenido que atarse estratégicamente con el “lumpenproletariado” o tigueraje para impulsar sus proyectos altamente individualistas.

Y esa ha sido tradicionalmente su mayor debilidad: una individuación de sus puntos de mira, destinados a hacer valer sus intereses por encima de quien caiga.

Este hábito la ha hecho fuerte económicamente y débil hacia el porvenir que se le ha ido cerrando lentamente y deslegitimando su influencia política ante un pueblo cada vez más descreído, desconfiado y lanzado a un clientelismo cada vez más exigente, golpeado y desconcertado.

Esa hambre de poder que picó con sus ágiles espuelas los caballos de la “pequeña burguesía” ha operado en contra de la gran población marginándola y lazándola al delito, la prostitución, el exilio económico y la muerte en las calles hambreadas del país. Ya es común, como cuando estallan las crisis económicas severas sobre todo para los más desposeídos, ver gente común volteando zafacones en la penumbra de los callejones y hasta en los centros citadinos.

Quienes tengan ojos para ver, en medio de casi parálisis pre y pos electoral de la actividad económica, verán el notable espectáculo.

La pequeña burguesía que ha logrado acercarse a los panales donde nace la miel se han podido untar de ella y salir con la finca, la yipeta, la nueva amante.

Los demás muerden el lodo de la desesperación, la tentación del asalto, la frustración del desempleo.

Con los sueños colapsados de los años 50 y setenta, que parecían pre revolucionarios y parecían que iban hacia el cambio y la transformación, unos vendidos y otros transformados ellos mismos en verdugos y los demás alimentando más y más sueños fallidos, sobrevino el la oportunidad de no demostrar la firmeza de propósitos que tanto se protestó en aquellos días fulgurantes para esa pequeña burguesía que negoció su nuevo estatus al conjunto de la caída de los campos ideológicos iniciada en un  odiado muro europeo en 1989.

Esta caída ideológica también representó para muchos, pero no para todos, el fin de la firmeza revolucionaria que demandara el Che y la coherencia personal y política que cantara Bertold Brech y que sintetizara en sus mensajes la Nueva Trova.

Cayeron las ideologías más no los principios.

Esos no pueden honestamente ser negociados cuando se tienen y cuando se quieren conservar.

Pero las necesidades materiales, los reclamos familiares y los tiempos subliminares o terribles hunden el falso Titanic del principio revolucionario y lo cambian fácilmente por el puesto burocrático, como epílogo del trazado tragicómico de la pequeña burguesía carente de medios estratégicos y de visión sincera del cambio.

Qué difícil se hace tener una posición social intermedia y económicamente degradada y combinarla con principios firmes en una sociedad corrompida hasta los huesos.

Se necesita que esos principios estén verdaderamente blindados no a hierro candente sino al acero impenetrable de la convicción personal.

UN APUNTE

Carlos Marx

Pequeña burguesía

La pequeña burguesía es una figura trazada por Carlos Marx en el capital Y el lumpenproletariado es otra, en la que el proletario se entrega al gran capital por algunas de sus migajas.

El Nacional

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