Emotivo y engañoso

La cuarta rendición de cuentas del presidente Danilo Medina ante la Asamblea Nacional fue la más brillante de todas, terminó con mayor éxito al conmover a presentes y teleauditorio y logró la emoción y simpatía del buen orador, cualidades que no son su atributo.

En lo político, el discurso de Medina fue excelente, con cierre emotivo y cautivante que deja sensación positiva como valoración total de su alocución que, en sentido estricto, no cumplió lo ordenado por el artículo 128.2.f de la Constitución.

La Carta Magna obliga al presidente en la fecha aniversario de República a depositar “las memorias de los ministerios y rendir cuenta de su administración el año anterior”, no a resaltar logros de otro poder del Estado ni realizaciones fuera del período indicado.

El mandatario tuvo su clímax discursivo con el caso Bahía de las Águilas cuando penetró la intimidad del auditorio, generó emoción, tocó fibras sensibles como nacionalismo y hasta sacó lagrimas, al destacar la labor de tres mujeres para evitar el robo de esos terrenos.

En esa parte Medina estuvo brillante, como nunca antes en igual escenario e hizo olvidar el resto del informe que ignoró temas controversiales en que saca mala nota como inseguridad ciudadana, corrupción, impunidad y deficiencias sanitarias, entre otros.

El engaño está en que la solución del caso Bahía de las Águilas no es del Poder Ejecutivo, sino del Judicial, que la última sentencia es de 2016 y que parte de las cifras gubernamentales son acumulativas de su gestión con proyección futurista de campaña, no “de su administración del año anterior”.

Medina fuese modelo anticorrupción si a los comprobados estafadores de Bahía de las Águilas, ya identificados como parte del caso, ahora se les encausara por vía del Ministerio Público cuyo titular máximo es subalterno del presidente de la República, que no haciéndolo protege la impunidad.