Ministerio Público

Un pueblo maravilloso como el dominicano, retratado en expresión humorística “este es un país muy especial” que perdió la capacidad de asombro y no existe sistema de consecuencias, la prensa reseña noticias e informaciones insólitas, raras, inexplicables, únicas y lamentables.

Solo quedan impotencia y lamento popular ante noticias como la polémica entre dos servidoras del Ministerio Público en posiciones titulares, que disienten respecto a la persecución penal de funcionario señalado como cabeza de escándalos de corrupción.
Jenny Berenice Reynoso, titular de la fiscalía del Distrito Nacional, y Laura Guerrero Pelletier, de la Procuraduría Especializada en Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA), difieren en el trato jurídico a Miguel Pimentel Karet, antiguo director de la OISOE.

Esta contradicción de dos subalternas del procurador general Francisco Domínguez Brito es percibida como expresión de tolerancia conducente a impunidad o protección de la corrupción, pues se queda en el cruce de opiniones sin permitir que los tribunales de fondo diluciden la cuestión.

Para estudiosos del derecho es inexplicable el enfoque particular de cada funcionaria sobre potencial procesado como Pimentel Karet, si ambas son parte del Ministerio Público que, entre otros principios, se rige por los de la indivisibilidad y unidad de actuaciones.

El principio de indivisibilidad, del artículo 22 de la ley orgánica 133-11, indica que el organismo es único e indivisible y, por tanto, “sus miembros actúan como un solo cuerpo y adoptan sus decisiones en nombre y representación del Ministerio Público”, no importa grado o denominación.

El otro principio, de unidad de actuación, refuerza la unicidad: “Cada miembro del Ministerio Público encargado de la investigación actúa ante toda jurisdicción competente, impulsa la acusación o cualquier otro acto conclusivo, sustenta los recursos que correspondan y lo representa íntegramente en todo el territorio de la República”.
La amnesia jurídica beneficia los poderosos, son intocables.