Opinión

Puntos… y picas

Puntos… y picas

Reflexión sexagenaria

 

Un aniversario es pasar la hoja del calendario, abrir nuevo período y dejar atrás sueños y quimeras, evaluar el camino recorrido y la experiencia vivida para abrevar en la cotidianidad como manantial de sabiduría porque siempre hay algo que aprender.

El balance es positivo, el optimismo aflora al iniciar “la niñez de la adultez” porque el repaso del pasado desde la adolescencia trastocada por pérdida de progenitores en sucesivos episodios poco comprendidos por el niño, forzaron al púber a madurar más temprano.

Las ñoñerías prohijadas por la madre para el unigénito procreado con aquel padrote a la usanza de antaño sembraron en el pequeño innumerables complacencias estimulantes de debilidades que cuando la parca se llevó la figura insustituible, sorprendentemente cambiaron a fortalezas.

La universidad de la vida y afición permanente a lectura y estudios, insuflada siempre por los padres, fueron base para el esfuerzo continuo en busca de superación, abriendo camino al andar, desechando tentaciones y con el norte fijo en avances personales y laborales.

Así se fortaleció la vocación, se forjó el compromiso ético, la responsabilidad social multifacética y cristalizaron éxitos profesionales y familiares para permitir acumular riqueza inmaterial que al pasar balance representa un patrimonio millonario en satisfacción del ser humano.

Llegar a seis decenios de existencia, doce lustros con miles de horas de vuelo por cielos a veces despejados y en otras ocasiones brumosos, con aprecio y respeto del público y valoración positiva del entorno familiar y afectivo es una hazaña que convoca a celebrar, dar gracias y con ética y respeto tratar de ser mejor persona por el resto de la vida.

¡¡¡ Celebro mi cumpleaños 60!!!

El Nacional

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