Editorial Opinión

¿Qué más se quiere?

¿Qué más se quiere?

La crisis de Haití está considerada entre las peores del mundo, matizada por la violencia, anarquía, insalubridad, con casi cinco millones de personas al borde de la hambruna, incluidoS 2.6 millones de niños, y adolescentes que requieren ayuda humanitaria inmediata.

El mundo conoce noticias aterradoras sobre esa empobrecida nación olvidada por la comunidad internacional, como el estallido de una revuelta entre pobladores y bandas armadas de delincuentes, que según el periódico Le Nouvelliste, ha causado más de un centenar de muertos en menos de diez días.

El alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, ha dicho que “Haití está suspendido al borde del precipicio”, por lo que también se unió al coro de voces que reclama del Consejo de Seguridad de la ONU una rápida intervención para afrontar el estado de anarquía que lo agobia.

Otros cinco presuntos bandidos fueron asesinados a cuchilladas y garrotazos en Puerto Príncipe, y sus cuerpos incinerados en escenas definidas como surrealistas que ya se extienden por otras ciudades haitianas en una cacería que se desató el 24 de abril pasado con el asesinato de 15 pandilleros.

Posiblemente hastiado de pedir que se organice una fuerza de pacificación que ayude al gobierno haitiano a restaurar orden e institucionalidad, el presidente Luis Abinader sugirió que funcionarios de la ONU descorchen una botella de vino en Haití para que constaten sobre el terreno la gravedad de la situación.

La enviada especial de la ONU, María Isabel Salvador, dijo que 5,2 millones de personas dependen de ayuda humanitaria, al advertir también que los crímenes más atroces, como asesinatos, secuestros y violaciones, se perpetran contra mujeres y adolescentes, por lo que también urgió el envío de una fuerza internacional a Haití.

¿Qué más se puede decir para vencer la indiferencia de una comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, que permiten que ese pobre pueblo se ahogue en sangre y sufrimiento? ¿Acaso se apuesta a un estallido social y humanitario de ribetes inimaginables?.

En Haití ha surgido el movimiento “BWA Kale”, a través del cual se incita a la población a ubicar a presuntos pandilleros, asesinarlos e incinerar sus cadáveres, lo que agrava el estado generalizado de violencia, criminalidad, hambre, marginalidad y crisis sanitaria. ¿Qué más se quiere?

El Nacional

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