Ucrania y nosotros
El mundo en que vivimos se ha convertido en una aldea, como nos dijo McLuhan. Ningún lugar de la Tierra está lejos.
Hoy tenemos que corregir a Ciro Alegría, cuando tituló su libro como “El mundo es ancho y ajeno”, para afirmar que aunque sigue siendo ajeno, el mundo ya no es ancho, sino muy estrecho.
Eso está probado por el desarrollo de las ciencias y las tecnologías, unido a la era geopolítica de dominación, llamada globalización. Así como por la sociedad de la información, la digitalización y la robotización mundial.
Nada está aislado y todos somos uno. Lo que beneficia o perjudica a uno, nos favorece o nos daña a todos.
Terencio nunca tuvo más razón que hoy: nada humano nos puede ser ajeno. Y la luz de algunas cosas puede aclarar la oscuridad de otras, como canta Silvio Rodríguez.
Ciertamente, los acontecimientos de importancia que ocurren en un país, sin importar su ubicación, se pueden saber al instante en sus antípodas u otros extremos del mundo. Y como el efecto mariposa, puede afectarnos a todos.
Por tanto, la crisis político-militar que vive Ucrania nos afecta a todos.
Sabemos que Ucrania es un país de Europa Oriental; después de Rusia, es el más grande del continente europeo. Está al sur de Francia y España; con el Mar Negro, tiene a Rusia al este, Bielorrusia al norte, Polonia al oeste y Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldavia al suroeste.
La lucha imperial que se focaliza en Ucrania amenaza la paz mundial.
Los Estados Unidos de América (EUA) y la Unión Europea (UE), con la Organización del Tratado del Antártico Norte (OTAN) por delante, acusan a Rusia de querer invadir a Ucrania para anexársela. Citan el caso de Crimea. Rusia lo niega, y adelanta tropas militares para proteger su frontera.
Ucrania está bajo tensión permanente. Ya hay una cacería oficial de brujas contra todos los grupos internos que son considerados prorrusos.
La verdad es la primera baja de todo conflicto. Los EUA se extienden por el mundo, pero se horrorizan si otros piensan en imitarlos, y menos en su zona de hegemonía. Por eso los EUA se preocuparon tanto con la noticia de que Rusia podría desplegar fuerzas militares en Venezuela y Cuba, como respuesta a lo que hacen en Ucrania.
El trauma de la crisis de los misiles en Cuba, en tiempos de Kennedy, en EUA, y de la URSS, a quien pertenecía Ucrania, y con Nikita Jrushchov a la cabeza, reapareció.
Recordemos que la Primera Guerra Mundial tuvo como pretexto el atentado mortal contra el archiduque Francisco Fernando de Austria-Este en Sarajevo, Bosnia.
Si la sangre llega al río en la crisis internacional de Ucrania, se extenderá con consecuencias impredecibles, hasta para Latinoamérica y el mundo.
Putín sabe lo que quiere, no le teme a la OTAN y no es doblegable. Ojo al Cristo.