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Quintaesencia

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Rafael Ciprián

Geopolítica e intereses

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Y resulta un despropósito que Rusia aspire a que, según sus dictados, países independientes entren o no a la OTAN. En buen derecho, eso es inadmisible. Pero la geopolítica se rige por otros principios y valores, que todos concurren en la supremacía hegemónica.

Así las cosas, la máxima suprema en la lucha geopolítica de los imperios no es que el respeto al derecho ajeno es la paz, como nos enseñó el benemérito de las Américas, Benito Juárez. Sino, y sobre todo, que lo justo y el derecho es el alegato de los débiles, porque para los poderosos solo existe el derecho de la fuerza. Lo demás es paja para la garza.
Con esa realidad, Rusia ha venido quedando cada vez más aislada y a merced de su enemigo histórico: EUA, que maneja a la OTAN. Y los países débiles pagaremos las consecuencias.

Los certeros vaticinios del presidente de EUA, Joe Biden, de que Rusia atacaría a Ucrania, no se fundamentaban en la visión en una bola de cristal, ni en leer las cartas ni la tasa. Estaba consciente de que Putín y la élite que lo acompaña no tenían de otra, si deseaban mantener y aumentar su liderazgo nacional y el respeto mundial.

Ahora es fácil y hasta elegante enarbolar los siempre buenos principios de la autoderterminación de los pueblos, del respeto al derecho internacional, de la grosería del más fuerte aplastando al más débil y de la fraternidad humana. Principios con los cuales el autor de esta columna está de acuerdo en todas las circunstancias.

Pero las grandes potencias no valoran esos principios. Para ellas existen sobre todas las cosas los intereses creados. Lo demás es poesía, pompas de jabón.

Los bien informados saben que Putín ha sostenido permanentemente que no le interesa anexar a Ucrania, ni resucitar a la extinta URSS. Dice que su objetivo es evitar que siga masacrando en los territorios independentistas ucranianos de Donbass. Y afirma que los ucranianos y los rusos son una nación.

De poco valen las buenas intenciones en el combate por los intereses creados. Ya el genio de Lenín sentenció que de buenas intensiones está empedrado el camino hacia el infierno. La diplomacia fracasó en el caso de Rusia y Ucrania. Por eso se dio paso a la acción bélica. Pero la guerra nunca ha sido la solución idónea para ningún conflicto. Lejos de superarlo, lo agrava. Tendrán que volver a la diplomacia.

Recordemos la profecía del científico más prominente del mundo, Albert Einstein cuando aseguró que si se daba la Tercera Guerra Mundial, la Cuarta la libraríamos con palos y piedras como armas. Y no se equivoca, siempre que sobrevivan algunos hombres y mujeres. Recordemos que las potencias mundiales poseen armas de destrucción masiva que son capaces de explotar varios globos terráqueos como el nuestro.