Rafael (Rafa) Gamundi Cordero, sobreviviente de la Guerra del 24 de abril 1965, reveló que el Palacio Nacional, símbolo del poder gubernamental, había sido tomado por los constitucionalistas el 25 de abril, instalando allí al doctor Rafael Molina Ureña, como presidente provisional.
“Sin embargo, semejante hazaña no se utilizó para consolidar y ampliar la victoria, reorganizando el ejército y formando un gobierno transitorio bajo la Constitución del 1963. El sectarismo, la división y la traición se apoderaron de algunos que antes se mostraron heroicos”.
El comandante Gamundi explicó que el coronel Emilio Ludovino Fernández (Milito) había iniciado desde el Palacio conversaciones con los militares contrarevolucionarios, encabezado por Pedro Bartolomé Benoit, jefe de la Junta Militar que organizaría elecciones en seis meses, y de esa manera legalizar la contrarrevolución.
Revela, en su libro “Afán de liberad en manos”, que el 26 de abril, el coronel Ludovino Fernández reunido con un grupo de militares constitucionalistas, manifestó su disposición de acceder a los reclamos del enemigo y llamó a su despacho al presidente Molina Ureña para decirle que la continuación de la lucha por objetivos originales significaría el holocausto de las Fuerzas Armadas, por lo que había que modificarlos.
“Entonces, lo que usted propone es el holocausto del pueblo”, ripostó Molina Ureña, quien junto a Leopoldo Espaillat Nanita y el doctor Ramón Ledesma Pérez, se fueron a otra oficina para enterar a Juan Bosch que preparaba viaje desde Puerto Rico a Santo Domingo, de la nueva situación.
La nueva situación planteada por Ludovino Fernández hizo suspender la alocución que dirigiría al país Molina Ureña, para lo cual estaban en el Palacio periodistas y dirigentes del PRD, aunque los episodios que narra fue presenciado en el salón de la casa de gobierno junto al comandante Barón Suero Cedeño, y un grupo de civiles uniformados de capitanes.
“Pocos después el general Juan de los Santos Céspedes (Pimpo) llamó por teléfono a Ludovino Fernández, en nombre de sus demás compañeros de San Isidro, que estaban a su lado, y le reclamó una pronta decisión sobre lo propuesto, o de lo contrario, en 10 minutos se iniciaría el bombardeo sobre el Palacio y entrarían las tropas bajo sus manddos a la capital.
Narró que el coronel Fernández requirió la opinión de sus compañeros, pero la respuesta del capitán Peña Tavera fue: ”yo solo he luchado por el retorno a la Constitución de 1963 y Juan Bosch a la Presidencia” y luego se quitó la pistola y la puso sobre el escritonio, delante de Ludovino, los demás le apoyaron.
Relató que los aviones, que ya habían comenzado a rugir sobre el Palacio desde hacía unos minutos, iniciaron un violento ametrallamiento sobre el edificio rodeado de militantes perredeístas al tiempo que la Marina de Guerra dirigida por el vicealmirante Francisco Javier Rivera Caminero procedió a cañonearlo desde el mar.
“Las discusiones se suspendieron desordenadamente y los militares bajaron rápidamente a buscar protección en el sótano, hacia donde corrían también Molina Ureña y los congresistas y perredeístas que le acompañaban”, rememoró el actual presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).
Comentó que tras los bombardeos en la escalera del Palacio se oyó un tiro que produjo un gran estruendo y tal confusión, que quebró la voluntad de lucha de muchos de los jefes presentes, produciéndose una apresurada retirada del Palacio hacia distintas embajadas.
La zona norte
Explicó que al amanecer del día 28 de abril, los miembros del Comando La Vega, tras largas horas de duros combates, “salimos de las cercanías del puente Duarte y nos dirigimos a las cercanías del Parque Independencia en busca de alimentos.”
“Cuando desayunábamos, leímos un periódico anunciando en grandes titulares: Se asila Molina Ureña, desembarcan tropas norteamericanas, la revolución ha terminado”, relató.
Narró que entonces, el valiente comandante Domingo de La Mota (Minguito) me dijo “vamos rápido a la zona Norte que allá hay un pueblo que no se rinde”.
Agregó que: “eso hicimos y nos dirigimos hacia una casa del ingeniero Fernández, tío del combatiente Manuel Fernández (Cuquito), quien estaba acompañado por el reputado maestro ebanista Fidel Guzmán (Fifí), León Bosch y los diputados Miguel Angel De Camps y Miguel Soto”.
Añadió que después de conversar con ellos “nos condujeron al lugar donde se formaba el famoso comando Cucaracha 20 al mando de Niño Cruz y Juan Miguel García, quienes nos recibieron con alegría y compartieron con nosotros los de comando La Vega”.
“Desde allí junto a los demás comandante de la zona planificábamos los combates que todas las tardes teníamos que librar contra las patrullas del CEFA”, dijo.
El 15 de mayo el general Antonio Imbert Barreras, presidente del llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional, ordenó al general Jacinto Martínez y el coronel Pérez y Pérez llevar a cabo la criminal “Operación Limpieza”, encaminada a eliminar a sangre y fuego a todosospechoso de ser simpatizante de la revolución.
EL DATO
Valió la pena
Gamundi Cordero consideró que la revuelta armada cívico-militar valió la pena, porque hizo despertar el afán de libertad y el fervor patriótico.
UN APUNTE
Combates
Rafa Gamundi formó parte del Comando La Vega. Fue una modalidad durante la guerra que los jóvenes que provenían de la misma provincia formaran grupos de apoyo a los constitucionalistas, y denonomirán con el nombre de su pueblo el comando creado.
Narra que estuvo en los combates del puente Duarte, en el Palacio Nacional y que terminaron reforzando al Comando Cucaracha 20, en la parte baja de la capital, hasta que se firmó la paz.