En los turbulentos días que siguieron al asesinato del autócrata Rafael Leónidas Trujillo, La República Dominicana se encontraba en una encrucijada. En la cúspide del poder se hallaba Joaquín Balaguer, investido como Presidente. El país estaba al filo de una guerra civil, con una intensa presión tanto interna como extranjera para que los Trujillo abandonaran suelo dominicano.
El poderoso general Ramfis Trujillo, primogénito del dictador asesinado, ya había abandonado el país, no le interesaba heredar la “finca” de su papá, no tenía vocación de estadista. Le gustaba la buena vida y nada más. Por el contrario, sus tíos, los generales José Arismendy Trujillo (Petán) y Radhamés Trujillo (Negro), persistían en quedarse en La República Dominicana.
Petán se proclamaba a sí mismo como el próximo Presidente, ideando el asesinato y golpe de Estado contra Balaguer.
En este ambiente tenso, Petán se dirige hacia donde está Balaguer en el Palacio de la Presidencia de la República.
Cuando los servicios de inteligencia informan a Balaguer sobre la terrible trama en su contra, él encomienda una tarea a Osvaldo Perdomo, subsecretario de la Presidencia: “¿Posees armamento en el Palacio?”, interroga Balaguer. Perdomo, armado con un pequeño revólver, asiente que sí. “Entonces, recupéralo y mantente alerta. Petán vendrá a verme, y me informan que está furioso, dispuesto a atentar contra mi vida. Y dile a Checo que cuando llegue, no permita la entrada a los Cucuyos”, ordena Balaguer.
Jesús Checo era el jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares. Los Cucuyos de la Cordillera constituían un poderoso grupo paramilitar bajo la dirección de Petán.
En esta jornada cargada de tensiones, Petán había cometido múltiples excesos, llegando a apuntar con su metralleta y maltratar (le dio un tremendo y merecido pescozón) al agregado militar de los Estados Unidos. El general Petán golpeó al agregado militar de la primera potencia del mundo, recordándole que el dominicano es famoso en el mundo por su bravura, siendo capaz de “pelear con el Diablo dentro de una botella: gringo de la mierda, vete al carajo”.
El historiador Víctor Gómez Bergés relata (en su libro Balaguer y yo) que Petán, rodeado por la imponente presencia militar de los Cucuyos, que superaban los veinte combatientes, llega al Palacio. Checo impide la entrada de estos hombres fuertemente armados al recinto de Balaguer.
Por: Roberto Valenzuela