Este país tiene que ser objeto de un relanzamiento a profundidad. Muchos creerán que es una locura pero es una realidad. Como sociedad estamos mal, muy mal.

Hemos perdido la capacidad de asombro. Vivimos una época que se precia de moderna. Estamos transitando sobre ruinas cavernícolas en cuanto a empatía se refiere que más que asombro es terror lo que sentimos.

Las ruedas de la involución como sociedad nos están llevando hacia un desfiladero social. Si en estos momentos no ponemos los pies sobre la tierra y nos unificamos como país, es muy poco lo que en lo adelante podríamos lograr.

Se hace necesario que los sectores políticos, religiosos y empresariales, entre otros de manera urgente y sin protagonismo nos unamos.

La construcción importante pilares éticos y morales a todos los niveles ya sea a corto, mediano y largo plazo más que un desafío es una necesidad.

La epidémica modalidad, en donde la vida de una mujer prácticamente no vale nada frente al abusivo machismo, es cada vez más común. El respeto a nuestros símbolos patrios es algo que ya ni por asomo nuestros jóvenes conocen.

La defensa de nuestra soberanía es prácticamente un desafío contra quienes se atreven a tal aventura, pues un poderoso sector intelectual está al acecho para acusar de xenófobo a quienes se consideren reales dominicanos. Solo por citar estos pocos ejemplos.

Debemos olvidarnos de politiquerías, abocarnos con extrema urgencia tras la búsqueda de aquellos llamados pensantes, para el diseño de un nuevo modelo social que realmente nos garantice desarrollo en todos los órdenes.

Es necesario relanzar el país, trabajar unidos (en todos los órdenes y sin buscar culpables), antes que el reloj del tiempo nos ahogue y tengamos que asistir al muro de las lamentaciones.