El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y su máximo líder y presidente ingeniero Miguel Vargas tiene un decisivo reto electoral de frente a las elecciones del 2024, cita cívica crucial para el PRD recuperar el poder, perdido para esa fecha por 20 años, fundamentalmente debido al cáncer del divisionismo que en otra agrupación política hubiese significado su desaparición, y aquí si 20 años son muchísimos, no nada como cantara Carlos Gardel.
El cáncer del divisionismo ha frustrado y malogrado la cadencia de alternancia de la gobernanza, en un pulseo lastimoso que aún por las experiencias sufridas, el PRD no logra superar, pulseo que se inicia con la abrupta decisión del escritor don Juan Bosch desertar en 1973 de la organización política que fundara junto a otros dirigentes del exilio anti trujillista en La Habana, Cuba, 1939, serán 80 años el próximo 2019.
Bosch deserta del PRD por diferencias aparentemente programáticas y estratégicas con el doctor José Francisco Peña Gómez, pero en realidad, en el fondo, todo devino por la creciente popularidad de El Dantón de Mao, que en un carácter como el de Bosch, que no asimiló nunca la disidencia, que interpretó una enemistad, era francamente insoportable.
En la consulta cívica del 20 de diciembre de 1962, la primera libérrima desde 1924, Bosch se impuso con 626,044 votos a Unión Cívica Nacional y a la oligarquía de viejo cuño que obtuvo 310,717 votos, una paliza de calzón quitado.
Esa primera división de 1973 del PRD frente a los procesos electorales no surtió un grave efecto, sino que por el contrario, el PRD ganó las elecciones de 1978 con la candidatura presidencial de don Antonio Guzmán con 885,765 votos contra 698, 163 del Partido Reformista y al presidente Joaquín Balaguer.
Las elecciones del primero de junio de 1966 fueron anómalas, porque Bosch por temor a un asesinato, el país a medias intervenido por segunda vez por el imperio, hubo de acudir al certamen porque, conforme me explicó, era la única forma de obtener la salida del intruso interventor, obteniendo el PRD no obstante la dificultad, 494,570 votos y el Partido Reformista 759,887.
En 1970 Bosch decretó la abstención, cuando la represión era moderada, y en 1974, ya el PRD sin Bosch también se abstuvo, en esta ocasión justificada por el terror de los militares y policías contra el Acuerdo de Santiago.
En las elecciones del 16 de mayo de 1978 afloraron las diferencias entre el jurista Salvador Jorge Blanco y el hacendado vegano don Antonio Guzmán, recordando con pesar la acalorada Novena Convención del PRD donde Jorge Blanco insultó innecesariamente a don Antonio, gravísimo error político y ético, y también de Jorge Blanco con Jacobo Majluta, precisándole este servidor que si no eliminaba las diferencias con Majluta y no lo apoyaba en las elecciones de 1986, el doctor Balaguer lo conduciría al presidio, como sucedió.
El PRD obtuvo 706,586 votos y Balaguer 855,565, una diferencia manejada con mañosería por Balaguer de 71,704 votos, que Majluta, para economizar una desgracia nacional, se transó, y que unido, hubiese vencido, porque Jorge Blanco concitó votar contra Majluta.
El gobierno es la empresa de todos los ciudadanos de un país, y de frente a las elecciones del 2024, el PRD requiere de un empresario para conducirlo de nuevo al poder, porque de no acudir al certamen enfrentando al PLD, corre la suerte de desaparecer por inanición de poder.
En el PRD de hoy, el único que dispone de demostrada experiencia de administrador es el ingeniero Miguel Vargas, por las empresas que ha presidido en su rol en la industria de la construcción, y su reputación no está contaminada de corrupción cuando se desempeñó como director de INAPA y ministro de Obras Públicas.
El quid es si Miguel Vargas concluye la etapa de bisagra del PLD y asume el reto y el riesgo de acudir al certamen del 2024 con un PRD unido, para lo que es imprescindible que Luis Abinader entienda que al PRD le costó primero el exilio anti trujillista para alcanzar el poder, y luego doce años para volver a gobernar, y que en tan corto tiempo de fundar el Partido Revolucionario Moderno, resulta asaz empinado un triunfo electoral, sobre todo, conociendo todos que su figura no genera los atractivos ni el magnetismo de los tres grandes líderes desaparecidos ni el del ex presidente Leonel Fernández, que se proyecta como el próximo presidente de la República.
Un PRD unido sería improbable de vencer en los comicios de 2024, y el mismo 17 de mayo de 2020, es donde debiera sonar la campanada para el arranque de ese proyecto político reinvidicador del máster en abajismo que sufre el PRD, no por corrupción ni crímenes, sino por el cáncer del divisionismo que parecen no entender la causa de su impedimento a gobernar.