Levante las manos, esto es un asalto. -No llevo nada en la cartera y soy médico. -¡Ah, si! … ¿de cuál promoción tú eres? Esto no es solo un cuento, ya que en 1993, abrumado por las deudas un colega médico cirujano, murió al intentar asaltar un banco. Y es que graduarse de una profesión no siempre garantiza el bienestar económico; a riferos y políticos les va mejor.
El salario del personal de salud es bajo, al igual que el de otros profesionales: jueces, veterinarios, agrónomos, y ni hablar de los policías. Lo que exaspera a la población es que el Colegio Médico se resiste a negociar los horarios para mejorar la calidad del servicio público, a sabiendas que su comportamiento en la consulta privada es diferente.
La reforma del sector salud en curso, favorece el fortalecimiento de los servicios de atención primaria, y propone además una mejor redistribución del gasto en salud; actualmente inclinado a la atención terciaria que ofrecen los hospitales, saturados de especialistas, con personal que trabajan pocas horas, y con contratos que no reconocen sanciones, ni traslados.
Yo soy médico «retirado», graduado en 1978 y con Maestría en Salud Publica y estas opiniones no son compartidas por muchos de mis colegas, sobre todo mi mujer que también es médico en ejercicio y me amenaza con mandarme a dormir al sofá, sino paro estos comentarios que atentan contra nuestra economía, recordándome que con el salario de jubilado, no se vive.
La solución definitiva a las recurrentes huelgas por salario médico, se alcanzará cuando dispongamos de un seguro universal en donde tanto los que cotizan como los subsidiados puedan escoger el servicio público o privado que deseen. Mientras tanto, podemos regular los pagos de Senasa por la atención dentro de las horas de servicio y utilizarlas para complementar el salario base, así el que trabaja más, gana más. Las negociaciones son una buena oportunidad para mejorar salarios, incluyendo un plan de incentivos y una supervisión efectiva.