POR: Susi Pola
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El Comité de Protección de Derechos de Niños de Naciones Unidas, CRC, a comienzos del mes de febrero, censuró a la Santa Sede por no adoptar medidas adecuadas para poner fin a los abusos sexuales de niños y niñas cometidos por miembros del clero y acusándola por la violación sistemática de los derechos de la niñez por parte de sus miembros.
El informe, dado a conocer en rueda de prensa en Ginebra, incluía observaciones preocupantes sobre el abuso sistemático por parte de sacerdotes y religiosos a menores, y recomendaba al gobierno de la Iglesia Católica evitar que se presenten más casos en el futuro.
A partir de una investigación realizada en los últimos seis años, el informe critica fuertemente el comportamiento del Vaticano por adoptar «políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos a menores y a la impunidad de los responsables» y por no tomar «las medidas necesarias» para atender estos casos y proteger a los menores”.
De acuerdo al CRC, «La movilidad de los responsables, que permitió a muchos sacerdotes mantenerse en contacto con las víctimas y continuar abusando de ellas, sigue poniendo a menores en alto riesgo de abuso sexual en muchos países»[…]»Y eso se debe a la falta de castigo de estos delitos por parte de los jerarcas eclesiásticos».
Además de acusar al Vaticano de violar sistemáticamente la convención que protege los derechos de los niños y niñas en el mundo, el CRC, señala como gran parte de la responsabilidad se centra en la falta de control por parte de la Iglesia para detener los abusos y el no enjuiciamiento de las personas acusadas de abuso sexual. Manifiesta además, preocupación porque ante los numerosos alegatos de abuso sexual, la Santa Sede eligió preservar la reputación de la Iglesia protegiendo a los perpetradores de los delitos sobre el interés de los niños y niñas.
En nuestra región, el escándalo de los Legionarios de Cristo en México y los procedimientos utilizados por el padre Marcial Maciel, fundador de esta institución católica, para abusar de menores, fue permitida por la más alta jerarquía de El Vaticano durante décadas, sin que se hiciera nada, hasta que en 2006, siendo Ratzinger papa, anunció el cierre de la investigación sobre Maciel debido a su avanzada edad y quebrantada salud, ordenándole el retiro del sacerdocio público para consagrarse a una vida de «oración y penitencia».
En este marco de transgresión legal y moral, el pasado domingo El Vaticano canonizó al papa Juan Pablo II, destacado por encubrir estos grandes crímenes, aún a sabiendas de su trascendencia. Una bofetada en abril, mes dedicado a la niñez abusada. ¡Qué Dios nos encuentre confesados y confesadas!

