La frustración y la desesperación se propagan entre las familias que han perdido todos sus ajuares o quedadas a la intemperie a causa de las inundaciones provocadas por los torrenciales aguaceros de estos días.

Conmueven las escenas de personas que permanecen en las calles o de las que todavía batallan con el lodo que inundó sus viviendas, sin recursos para satisfacer siquiera sus necesidades más perentorias.

Tanto en Los Macos, de Los Guarícanos, como en Manoguayabo y otros puntos del territorio muchas familias están sumidas en la desesperación y quejándose hasta de la demora para recibir asistencia.

La situación es tan dramática que en sí mismo representa un llamado a las autoridades para que multipliquen los esfuerzos para auxiliar a familias que incluso han quedado incomunicadas por derrumbes y crecidas de ríos y arroyos.

Hasta en quienes los daños en sus viviendas han sido menos severos prevalece la angustia por las dificultades para conseguir el sustento de la familia.

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La crisis en el suministro de agua potable y los riesgos de enfermedades están entre los problemas dejados por la tormenta.

En La Horma, San José de Ocoa, residentes y agricultores viven una pesadilla al quedar incomunicados por el colapso de un puente, mientras en Chirino, Monte Plata, la producción agrícola se perdió casi en su totalidad.

Las secuelas en familias y comunidades a causa de la tormenta, que además de muertes ocasionó pérdidas millonarias, son más que espantosas.