Opinión

Sobriedades

Sobriedades

Salí mareada de la Alma Mater. Tantos disparos de luz para un corazón empeñado en la felicidad, en una nación tan contradictoria, me hacían tambalear.

Eran los disparos de luz de José Mujica, quien comenzó aclarando que no era “el presidente más pobre de América”, porque la riqueza de una persona es la comunidad de amigos y seres queridos que va construyendo en la vida y el la tiene en todas partes y a manos llenas.

No, su vida no se trataba de una celebración de la pobreza, sino de la sobriedad, para no convertirnos en productores de los desechos de la acumulación, en una vida orientada al tener, al status, no entendiendo que nacemos desnudos y nos entierran desnudos.
Los estudiantes gritaban: ¡Pepe querido, la UASD está contigo!, mientras envuelto en su Honoris Causa Pepe aclaraba que no es un hombre de ciencias ni de universidades, pero que la Universidad y la ciencia son fundamentales si queremos construir una América justa, con un bienestar promedio para las grandes mayorías que no van a la universidad.

Hablo entonces sobre la tasa de suicidio mundial del único animal que atenta contra su vida: el Homo Sapiens; y sobre como el afán por la acumulación de riquezas versus la de ser útil al bienestar dela humanidad; el no poner nuestra inteligencia al servicio de la vidaprovoca que másjóvenes se suiciden que los que mueren en las guerras.

Y, entonces, como Laforgue (yerno cubano de Marx) y autor de un Tratado sobre el Ocio, hablo de la importancia de tener tiempo para competir con la familia, y con los amigos, porque de lo que se trata, queridos estudiantes, es de disfrutar la única vida de que disponemos. Lo decía un hombre que había sobrevivido a quince años de cárcel, innumerables torturas, seis balazos, y que sabía lo que planteaba.

“Solo nos derrotan cando dejamos de luchar”, afirmaba, y note las discretas lagrimas que corrían por el rostro de mi José Mujica dominicano: Fidelio Despradel. Como note que la canallada también se ponía de pie y ovacionaba, (curioso país este, el nuestro).

Compadecía Ray Guevara, cuando la multitud lo abucheo. Los hombre no entienden que lo que trasciende es su paso por la historia y que sobre sus acciones leerá la dominicanidad dentro de cien años, si es que todavía hay país y el tsunami del horror cotidiano no nos borra del Mar Caribe, o nos anexa al holocausto ideológico de Trump.

Gracias a la UASD y Minou por este fósforo, y al Uruguay de Artigas. Y a José Mujica, tan apreciado como Galeano, cuando recalcaba la importancia de reciclar, sino las cosas, la esperanza.

El Nacional

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