Cuando pareciera que los avances tecnológicos y el acceso a mayores conocimientos aportarían al desarrollo y bienestar en el mundo, ha resultado una espada de doble filo de la que nadie ha podido librarse.
La crisis mundial golpea con fuerza sectores como la educación, la economía, la seguridad, la alimentación, la salud; no hay un espacio que no grite por auxilio y en algunos países, el grito es más desgarrador.
En República Dominicana la educación está estancada, así lo afirmó el titular de Educación, Ángel Hernández, tras presentar los resultados preliminares de la Evaluación Diagnóstica Nacional 2022. Sin importar el 4% del PIB que desde hace diez años recibe el sector, los hechos demuestran que no ha beneficiado en nada.
Con el tema de la violencia e inseguridad se paran las aguas, las autoridades parecen no hallarle los pies ni la cabeza para enfrentarla efectivamente, solo han dado patadas de ahogado en sus intentos por controlar este mal donde muchos de sus protagonistas no temen mostrarse en redes sociales pavoneando sus fechorías. ¡Vándalos sin miedo a nada!
La salud es otra área que agoniza, mientras el Colegio Médico arrecia su plan de lucha contra las ARS y AFP, los pacientes sufren las embestidas de un sistema que ya carente de buenos y asequibles servicios, amenaza constantemente con privar a los vulnerables de una debida asistencia sanitaria.
En tanto, los bolsillos de los dominicanos están vacíos, los ingresos no alcanzan para cubrir siquiera las necesidades básicas y sobrevivir. El día a día es desalentador, miles quieren un empleo pero no hay oportunidades y quienes lo tienen “dejan el forro” a cambio de tres pesos que no dan para nada; y lo peor es que no hay de otra.
¿A dónde vamos a parar? Suena a canción pero es la pregunta constante que más de uno se hace cuando ve un sistema educativo colapsado, un sociedad arropada por la delincuencia, enfermos sin esperanza y a los pobres haciéndose más pobres a pesar de trabajar día y noche para llevar el pan a sus hogares.
No se niegan las acciones que desde el Gobierno se han implementado pero pareciera no ser suficiente o no tan efectivas como amerita. El panorama sigue luciendo desalentador, una sociedad acorralada y familias que se sienten desamparadas.