Hay gente que da como un hecho que los resultados de las primarias serían los mismos que vienen revelando las principales encuestadoras. Olvidan (a veces ignoran) que un estudio de opinión es un retrato de un momento específico, que el número de votantes sería menor al de las contiendas nacionales y que el uso de dinero constituye una variable muy influyente.
Las investigaciones tienden regularmente a acertar cuando sus resultados corresponden a horas antes del certamen y, sobre todo, cuando el margen es abierto, pues cuando la competencia es reñida cualquier mínimo detalle inclina la balanza hacia una de las fuerzas y puede terminar ganando, inclusive, el que no era puntero, sin que se pueda decir que las encuestas se equivocaron.
En el PRM resulta más sencillo emitir vaticinios, porque todas las investigaciones coinciden en establecer una diferencia amplia a favor de uno de los aspirantes presidenciales. Ese dato no significa, sin embargo, que se trata de un hecho consumado y solo es cuestión de horas para celebrar, pues hay aspectos que no se ven que podrían provocar una enorme sorpresa.
El sector de Hipólito Mejía dice que ha inscripto más personas que su competencia, pero no es por ahí que descansa un eventual triunfo del antiguo presidente, necesita una inversión multimillonaria para la compra de cédulas y de votantes identificados con su adversario, más no es descartable que la JCE le eche una vaina al PRM.
En el PLD es mucho más difícil de identificar a un ganador. Recuerdo las primarias del 2007, donde la supuesta víctima, el popular, era Danilo Medina, el hombre que conocía por sus nombres a todos y el que resolvía desde el Ministerio de la Presidencia. Pero ¿cuáles fueron los resultados? 72% Leonel y 28% Danilo.
El Estado aplastó a Danilo. Ahora los papeles se invierten: Gonzalo aparece como el poderoso y Leonel la víctima, hablando de “vergüenza contra dinero”. Es una táctica que procura percepción, pero los dos son poderosos y habrá una compraventa política para el 6 de octubre.
