Opinión

SUFRAGIO

SUFRAGIO

POR: Eddy Olivares Ortega
ej.olivares@hotmail.com

 

 

Sobrecitos y justicia

 

Los dos típicos dirigentes municipales hicieron de intermediarios entre el patrón y sus clientes, cuando éstos se encontraban reunidos en un mitin de campaña. Pedro y Manuel Reyes nunca tuvieron la condición de líderes– ni ellos creyeron serlo- por haber sido seguidos circunstancialmente por las masas cuando servían como brókeresen la repartición de los dineros enviados por el verdadero líder a sus clientes. Esa es la razón por la que no tienen espacio en “La República” de Platón, que considera a la educación como la principal virtud del líder.

Tampoco en “Los partidos políticos” de Robert Michels, en que el liderazgo se fundamenta en las cualidades personales de la oratoria, la fuerza de voluntad, la solidez ideológica, la superioridad de conocimiento, la profundidad de convicciones, la confianza en sí mismo y la capacidad de concentración. Y mucho menos en la “Economía y sociedad” en que el reconocido sociólogo alemán Max Weber clasificó el liderazgo en carismático, tradicional y legal.

En la comentada escena en que Pedro y Manuel hacen de teloneros del líder faltan las cervezas y las botellas de ron, dos requisitos indispensables de los simpatizantes de los partidos para acudir a los mítines. Exigencia que hasta mediados de los noventas, al igual que los sobrecitos con dineros, no formaban parte del presupuesto de los partidos progresistas. Para entonces los propios militantes cubrían sus gastos y de esta manera financiaban orgullosamente los grandes mítines de los partidos políticos.

Después de haber calificado esas prácticas como nefasta, los dos principales partidos de la actualidad la han reproducido sin ningún rubor desde el poder, tal y como lo reconoce el distinguido articulista. Eran los tiempos de las funditas de la “Cruzada del Amor” y las interminables filas que se organizaban para que el principal líder conservador del siglo pasado entregara juguetes cada año a los niños que acudían ante él acompañados de sus padres (votos).

Pasando al enfoque jurídico de los hechos examinados, es pertinente preguntarse: ¿Cuáles serían las consecuencias jurídicas que se derivarían de la repartición si los dineros contenidos en los sobrecitos provinieran del Estado? De haber sido así, el líder político, en su doble condición de presidente de la República y del partido, habría violado los artículos 45 y 47 de la Ley Electoral, que salvo el financiamiento público, prohiben la intervención directa o indirecta del Estado en el sostenimiento de los partidos, el financiamiento de sus campañas y el uso de los bienes del Estado o de los fondos públicos en provecho propio o de los candidatos por ellos postulados.

Sin embargo, más allá de la deficitaria Ley Electoral y la mutabilidad del poder y el liderazgo, el inquietante mensaje que refleja la historia que nos ocupa, es el de que la militancia ha abandonado a los partidos y su lugar ha sido ocupado por los simpatizantes y los rastreadores de las migajas que ofrece el clientelismo durante las precampañas y las campañas electorales, a través de cuadros medios como Pedro y Manuel, quienes con el poder repartidor conducen los electores a las urnas y protegen los votos el día de las elecciones.

El Nacional

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