Editorial

Temeridad

Temeridad

Un grupo de jóvenes ocupó por casi 48 horas el liceo Argentina, de la zona colonial, en demanda del cumplimiento de la ley que dispone otorgar a la educación un monto del Presupuesto del Estado equivalente al  cuatro por ciento  del Producto Interno Bruto (PIB), acción imprudente que además de impedir la docencia en ese plantel público, puso en riesgo la integridad física de estudiantes y propios ocupantes.

Todos los ciudadanos en pleno ejercicio de sus facultades mentales abogan por un mayor presupuesto para el sector educativo, aun por encima  de lo que  dispone un estatuto votado en 1997, que nunca se ha cumplido, pero es menester que  ese anhelo cívico no sea contaminado  por ningún interés  sectorial o particular.

Quienes  ingresaron  el domingo en la noche al local escolar y desalojaron al guardián a cargo de la custodia de esas instalaciones  incurrieron en un acto de  temeridad incompatible con  la demanda planteada, que pudo ser  causa de  algún incidente  con  consecuencias que hoy serían de lamento para sus mandantes y para la sociedad toda.

El reclamo por más recursos para la educación no debe ser motivo de delirio sino de discusión y reflexión mediante el uso de todos  los mecanismos que una sociedad democrática pone al  alcance de los grupos de presión y del ciudadano ordinario para  poder lograr ese anhelo  social,  que ha de estar en consonancia con realidades objetivas en términos económicos y fiscales.

Quienes, con todo derecho,  sugieren que además de  cumplir con el 4 por ciento  para la educación se discuta lo relacionado a la calidad de la inversión, no deberían ser  acusados de falta de ética intelectual o de insensibilidad social,  porque  tampoco sería adecuado que más de cien mil millones de pesos se dilapiden en saco roto por falta de previsión y planificación.

Se sabe que todos los candidatos presidenciales  firmaron  de puño y letra un  compromiso para  incluir ese  cuatro por ciento al sector educativo en el Presupuesto de 2013, pero  ese propósito parece no surtir efecto entre quienes creen que  en el ejercicio fiscal de 2012, el tope de déficit será de 0.9 del PIB por mandato del Fondo Monetario.

Causa extrañeza que sectores  de la sociedad civil y  alto empresariado que impulsan la lucha por el inmediato  cumplimiento de esa ley no sugieran una correspondencia  fiscal con ese reclamo, como sería  aumentar los ingresos públicos  mediante incremento de la presión tributaria que es apenas de un 13% del PIB.

A riesgo de ser tildado de insensible o falto de  ética, se sugiere a la sociedad dominicana  acoger el ejemplo de la República Popular China, que hace diez años dedicaba a la educación apenas  el 1.9 del PIB, y hoy figura en  el primer lugar  en el ranking mundial de calidad estudiantil en la enseñanza de matemáticas y ciencias, según  estudios  realizados por la Unesco.

El Nacional

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