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Trabajo “cool”

Trabajo “cool”

Elvis Valoy

Desde las revoluciones, puritana inglesa, francesa, y norteamericana, hasta nuestros días, el capitalismo a escala mundial ha sufrido grandes transformaciones. Los seres humanos han visto sucederse decenas de modelos económicos, que en el fondo esconden las injusticias.
Existen nuevas teorías como la de La Sociedad del Cansancio de Byung-Chul Han, que nos habla de cómo las personas se han autoimpuesto un modelo de explotación de ellas mismas.

La jornada de trabajo de ocho horas del siglo XIX, reivindicación arrancada con sangre, sudor y lágrimas por el movimiento obrero internacional, es un capítulo que se sitúa dentro de los grandes hechos históricos que han contribuido con la mejoría de las condiciones laborales de la población.

De aquellas ocho horas de trabajo se ha pasado a un estilo de “autoflagelación” de la gente, en donde las personas se imponen más de 15 horas laborables, en una batalla campal por lograr “sus sueños” de ascenso social. En realidad son trabajadores por cuenta propia que adocenados por una publicidad dizque de coach y autoayuda, se lanzan a imitar la vida de Steve Jobs y Mark Zuckerberg, teniéndose como corolario resultados totalmente adversos en la mayoría de los casos.

Dentro de las mutaciones por la que ha atravesado la humanidad está la de reformar las áreas de trabajo. Desde el ludismo del siglo XIX, que destruía las maquinarias, hasta las inagotables jornadas virtuales de estos tiempos, el trabajo ha variado en forma y fondo, y la tendencia es que la gente sea más productiva en un entorno placentero.
En la exitosa miniserie de Apple TV llamada WeCrashed, la cual se basa en la historia de WeWork, unicornio que se fue a la bancarrota debido a las extravagantes ideas de hacer “cool” las áreas de trabajo, agregado a esto el venático ego inflado y conducta derrochadora y licenciosa de su fundador Adam Newmann, se puede apreciar las metamorfosis sistémicas del trabajo a escala mundial.

De los talleres y oficinas, el mundo de hoy ha pasado al trabajo en la casa, que al decir de muchos investigadores es más productivo que los primeros. Las férreas ocho horas de trabajo han disminuido significativamente y la consigna que reinaba en los años sesenta de que: “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”, es cosa del pasado.