El silencio que rodea la investigación sobre el accidente en que murieron ahogados 13 haitianos en Peñuela, Esperanza, va camino de tornar la tragedia en un misterio.
Los haitianos, once adultos y dos menores, todos miembros de una misma familia, eran transportados en una yipeta que se precipitó a un canal de riego la madrugada del lunes 7 de agosto en el paraje del municipio de Esperanza.
Desde entonces nada se ha sabido sobre la investigación, salvo que el conductor del vehículo, un dominicano que sobrevivió y huyó, fue detenido.
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Al relacionarse el accidente con el tráfico de haitianos indocumentados por la zona fronteriza y el Noroeste, la Policía anunció que había trasladado a la dotación de servicio en Villa Vásquez.
Los muertos ni siquiera han sido identificados. Al deplorar el suceso la Iglesia católica ha clamado para que se aclare, recordando que las víctimas son seres humanos.
El Ministerio de Defensa, la Dirección de Migración y todas las entidades competentes y humanitarias deben involucrarse de lleno en la investigación para establecer responsabilidades.
Lo que se intuye a propósito de la tragedia es que los haitianos fueron víctimas del tráfico de indocumentados en la región.
Después del suceso se comentó que el conductor del vehículo había perdido el control al percatarse de que era perseguido por una patrulla militar. El silencio sugiere que no se quiere aclarar la dolorosa tragedia.