Fue en enero de 1940 cuando el general del Ejército, Ramón Vásquez Rivera, murió en circunstancias sospechosas dentro de su celda, tras ser acusado de conspirar para derrocar al régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina. Según versiones de la época, fue asesinado o ahorcado, y su muerte fue posteriormente presentada como un suicidio.
La conspiración habría sido denunciada por el general Arismendy Trujillo (Petán), hermano del dictador, lo que desató una inmediata persecución contra Vásquez Rivera, considerado entonces uno de los oficiales más capacitados dentro de las Fuerzas Armadas.
Ramón Vásquez Rivera: el oscuro final de un héroe en tiempos de Trujillo
Se afirma que el propio Trujillo visitó al general en prisión, donde se produjo un tenso y violento intercambio verbal. Al ser presentado esposado y encadenado, Trujillo lo insultó, llamándolo «traidor», a lo que Vásquez Rivera respondió «asesino».
El dictador continuó con improperios como «hijo de puta», que fueron replicados con «cobarde». Según testigos, Trujillo terminó escupiéndole en el rostro. Al día siguiente, el general fue hallado muerto en su celda, con signos de ahorcamiento.
Dos hermanos del general acudieron a la cárcel a reclamar su cadáver, pero también desaparecieron. Nunca regresaron a sus hogares y se presume que fueron asesinados.
El conflicto de Vásquez Rivera con Trujillo se intensificó desde 1933, culminando en su muerte en prisión
El conflicto de Vásquez Rivera con el régimen comenzó en octubre de 1939, cuando fue arrestado y sometido a torturas, lo que culminó con su muerte meses después. Sin embargo, su enfrentamiento con Trujillo se remontaba años atrás.
En 1933, el general fue implicado en una supuesta trama conspirativa junto a los coroneles Leoncio Blanco y Aníbal Vallejo. Trujillo descubrió el plan por casualidad durante una visita a su amigo Andrés Julio Monclús, oficial de la Marina, donde encontró al coronel Blanco y, al interrogarlo, este confesó la conspiración. A raíz de esto, Trujillo ordenó la destitución de Vásquez Rivera, quien fue sustituido por el general José García.
Posteriormente, Vásquez Rivera fue liberado por falta de pruebas. En 1938 recibió una amnistía y fue designado cónsul en Burdeos, Francia, donde disfrutó brevemente de la vida diplomática, aunque bajo la sombra de amenazas o chantajes.
Sin embargo, en octubre de 1939 fue traído de regreso al país, acusado nuevamente de conspiración y encerrado en la Fortaleza Ozama, donde permaneció en condiciones inhumanas hasta su muerte en abril de 1940.
El asesinato del general Ramón Vásquez Rivera fue encubierto como suicidio, una práctica común del régimen trujillista para silenciar a sus opositores y borrar toda evidencia de represión política.