Editorial

Tres vías

Tres vías

El  presidente Danilo Medina trató ayer durante cuatro horas con ejecutivos de medios de comunicación  el  tema de Bahía de las Águilas y lanzamiento del  Suroeste como  polo turístico, lo que demuestra  la intención del Gobierno de someter al diálogo y escarceo público  sus iniciativas para recuperar por vía de negociación o fallo judicial predios en esa zona cuya posesión por particulares se reputa ilegítima o fraudulenta.

Para lograr que despegue el desarrollo de Pedernales y su entorno se identifican un trecho relativamente corto, el de promover una negociación o salida extrajudicial  con quienes  detentan títulos de propiedad de terrenos con vocación turística,  y otro camino más largo y pedregoso que sería el de continuar en  la jurisdicción inmobiliaria añejas litis  en procura de que el Estado recupere  esos predios.

En principio, el Gobierno ha escogido la vía de la transacción con titulares  de inmuebles  que consistiría en vender  esos predios por vía de un fideicomiso y distribuir el valor de  esas ventas en proporción de un 55 por ciento para el Estado y 45% para los propietarios, con la salvedad de que no habría ningún tipo de negociación con  aquellos ocupantes que no posean certificados de propiedad.

Sin desmedro al interés justo y legítimo del Gobierno de promover eal Suroeste como el cuarto polo turístico, amplios sectores nacionales no parecen conformes con la idea de que las autoridades renuncien al compromiso de recuperar parcelas adjudicadas  o traspasadas por vía fraudulenta, ni mucho menos con que  sus titulares ilegales obtengan  beneficios en premio a transacciones de naturaleza criminal.

Otros grupos más radicales se oponen a ese proyecto de promoción turística porque  supuestamente  degradaría zonas protegidas, incluida Bahía de las Águilas y Parque Jaragua, temores que el Gobierno ha intentado despejar con garantía  del cumplimiento de  normativas sobre medio ambiente.

En  tan complejo escenario jurídico, medioambiental y social, afloran realidades que son independientes a la voluntad de Gobierno y  actores sociales, como  el que los  poseedores de certificados de propiedad expedidos por  la jurisdicción inmobiliaria se reputan como  dueños de  esos predios y el Estado como reclamante, obligados a recurrir  todas las instancias  judiciales  para  intentar obtener ganancia de causa.

Como no sería posible  iniciar  el lanzamiento  turístico del Suroeste de manera simultánea con  las diligencias procesales para recuperar terrenos adjudicados irregularmente, se plantea entonces que el Gobierno declare de utilidad pública  esas parcelas o que se apropie por vía de decreto presidencial, pero es  obvio que  esa receta no garantiza los niveles de seguridad jurídica  que requieren inversores nacionales y extranjeros.

Quizás, lo mejor sería mantener abierta la opción judicial contra  quienes  ocupan predios en franca violación a la ley;  declarar de utilidad pública las  parcelas ocupadas de buena fe sin títulos definitivos y proceder a la transacción extrajudicial ante detentadores  titulares y legítimos. Lo que no se puede detener por ninguna causa es  el proyecto de  convertir a Pedernales y el Suroeste en el cuarto polo turístico de la República.

El Nacional

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