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Un mundo que dejar

Un mundo que  dejar

Carlos Nina Gómez no escribe para satisfacer simples cumplidos, escribe de lo que ve, escucha, lee y toca. Solo escribe si lo siente y cuando lo siente desafía hasta el monstruo del mar rojo, ese que late en nuestros corazones para que podamos decir “te quiero”.

El periodista, el medio que quiere hacer un trabajo memorable sabe que debe trabajar solo, sin aliados, porque no es posible desarrollar una labor informativa ajustado a la ética si se está condicionado por los aliados, esos que siempre hacen vergonzoso el saber amar.
Ciertamente, en República Dominicana, lo estamos esperando: ¡Un medio libre, que trabaje solo!

Hay, en los actuales medios, periodistas que ejercen éticamente, no vamos a negarlo.

Sería insensato pedirle a un medio que no tenga ideología. Hasta los robots las tienen, pero que usted sea cristiano no puede llevarlo a ocultar las barbaridades de las iglesias.

Lo ético aquí es empezar a aprender que la ideología no puede obligarte a renunciar a la ética, que no te puede llevar a llorar solo en tu nido.

Y digo la ideología porque es un absurdo tratar de evaluar la labor de un periodista por valores morales que no tiene. Si es un mercader de la pluma, un corrupto, con eso tengo bastante.

No importa que tan bonito escriba: ¡todo cuanto salga de su pluma, enfermerá a la sociedad, aunque te lleve a las estrellas!
El trabajo ético aquí, el que Carlos Nina Gómez propone, en su libro “Periodismo, cuando la verdad no sea distorsionada” es para el profesional honesto, ese que no por ser demócrata oculta las perversidades de sus defensores, que no por ser antiimperialista, oculta las barbaridades de los antiimperialistas, que no por ser religioso, oculta las barbaridades de las religiones.

No, nos enfocamos aquí en el profesional ético, ese que sin ser sobornado, oculta la verdad porque esa verdad lacera su forma de pensar y de asumir la vida.

Ese periodista es peligroso, muy peligroso. Porque ese es el comunicador que corrompe la información, ese es el comunicador que selectivamente, solo por servirle a su ideología, mata la verdad, la incinera y las cenizas las lanza en esa fosa que llamamos infierno para que allí grite mientras arde en aceite y él pueda decirle al obispo, en la misa del domingo, “yo le serví a mi iglesia”, o decirle al Presidente “yo protegí su administración”. O puede decirle al burgués: “Yo salvé la inversión” y el más criminal de todos, ese que alegremente dice: “Eso no se puede publicar porque perjudica al partido”.

Periodismo… Cuando la verdad no sea distorsionada, te ha dicho, te está diciendo: Usted conoce las delimitaciones éticas de este trabajo, te está diciendo, usted sabe que si la prensa no cumple con su función, el Gobierno evolucionará, inevitablemente, primero, al robo masivo, segundo, al crimen selectivo y, tercero, a la dictadura, un lugar perverso, sin devenir, donde ni usted ni yo podremos vivir.
Salido de la academia, usted llega al medio noticioso a llevarle al mundo la luz de su mirar, a “realizar su trabajo”.

La primera lección que le dará el perverso allí mandando es: “Aquí representamos intereses. Tú, o te adaptas, o te vas”.
Carlos Nina Gómez, nunca se acomodó y, sigue vivo, comiendo y bebiendo sabroso, haciendo el amor y durmiendo como beibi en los brazos del ser amado.

Así que cuando a usted, en su medio, le ordenen que corrompa la verdad y se lo ordenen diciéndole “haz tu trabajo”, usted sabe que ha llegado el momento, para que en ese momento, usted pueda decir: “¡Este ya no es mi trabajo y como lo quiero más que a mis ojos, lo dejo ir!”.

Carlos Nina Gómez fue encerrado en las cárceles balagueristas y en sus costillas tuvo que soportar las macanas, esas que el académico don Manuel A. Patín Maceo definió como “garrote grueso de madera dura y usado con mucha gracia por la Policía”.

O como diría don Bruno Rosario Candelier: “Lo amarraron y usaron sus puños para dejarle una huella interior que conmovió su conciencia y se alojó en la cantera del universo como memoria eterna”, pero el hombre sigue vivo y hace su día y noche para dejarnos una propuesta ética que defender.

El capítulo tres de la obra “Periodismo, cuando la verdad no sea distorsionada” es una delicia, un manantial de sabiduría limpia y pura donde se aborda el devenir del periodismo.

En el capítulo que tiene que ver con el Colegio Dominicano de Periodista (CDP), le sugerí al autor que incluyera una especie de protocolo acerca de las funciones.

Funciones tanto del CDP, en su conjunto, como de las labores específicas del presidente; el secretario general, el tesorero… para que tanto la sociedad, como los estudiantes de periodismo, les sirvan de base a la hora de demandar cumplimiento con el deber asumido.

¿Logré convencer al autor? Eso usted lo descubrirá al leer el texto.
Si me preguntan, ¿Qué mundo aspiro a dejar cuando emprenda mi nuevo viaje?, respondería: Uno donde se ejerza un periodismo…“cuando la verdad no sea distorsionada” ni en sus sueños.

El autor es escritor.

El Nacional

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