
Los jóvenes dominicanos forman largas filas para aplicar a cualquier oferta de empleos que se anuncie.
Antes de la pandemia de la covid-19 según los resultados de las encuestas publicadas por los medios de comunicación en nuestro país, el problema que más preocupaba a la población es el tema de la seguridad ciudadana.
Se trata de un tema que debe movilizar todos los estamentos de la sociedad, puesto que a una sociedad insegurasolo le espera la desventura. Pero enfrentar este flagelo es imposible sin conocer la sociedad que habitamos. Vamos por parte.
En la actualización del último Mapa Interactivo de Desarrollo Humano presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), elaborado en base a estadísticas, se dice que: ”en República Dominicana persiste la concentración del ingreso económico”.
Lo cual se expresa por medio de estas cifras: el 20% de los más ricos perciben el 50% de la riqueza del país, en tanto que el 20% más pobre solo percibe el 6%.
El informe del PNUD también destaca que en la República Dominicana el desarrollo humano tuvo una tendencia positiva en el periodo 2010-2016. “Pero ese crecimiento no ha sido distribuido de manera equitativaen las distintas provincias”.
“En Elías Pinahay una desigualdad de 40% menos deoportunidades que el promedio de las demás comunidades”.
El estudio de OXFAN, Democracias Capturadas, dice que: el 1% más rico de América Latina y el Caribe concentra el 37% de las riquezas”. En dominicana, la concentración del 1% deriva el 39% de todas las riquezas (Cándido Mercedes). Producto de esto es la desigualdad social.
Esta, en los últimos tres años,se ha mantenido casi estancada (Cándido Mercedes), medida por el coeficiente Gini, se encuentra en 0. 441, con el agravante de que en el cuerpo social dominicano hay escasa movilidad social vertical ascendente.
El estudio “Desempleo y proyecto de vida de la juventud dominicana”, elaborado por el profesor Juan Leonel Brito, dice: “la tasa de desempleo juvenil a nivel mundial es de 13.1% (datos de la OIT), con tendencia ascendente en los países de América Latina y el Caribe en los últimos seis años, donde se sitúa por el orden del 19.6%. En el caso de la Republica Dominicana la tasa de desempleo juvenil es del orden del 29.4%.
Con una población estimada de 10,169,172 habitantes el 18.29% corresponde a jóvenes entre 15-24 años, cuyo valor absoluto alcanza la cifra de 1,860,420 personas”. (Periódico El Universitario, noviembre 2018, pag.6). Aún no sabemos hasta donde la parálisis de la economía provocada por la pandemia ha alterado estos datos.
Un informe de Transparencia Internacional revela que en el año 2017 el gobierno dominicano gasto 39 mil millones de pesos en pago de salarios a personas que no desempeñan ninguna función en el Estado.
A esto se agregan 167,000 millones de pesos que, según el BID se pierden cada año en dilapidaciones. Agreguemos a estos datos que el 43% del total de las recaudaciones fiscales se pierde en evasiones y exenciones a favor de las élites económicas.
Todo esto resulta en un contra sentido siempre que el turismo es el principal pilar de nuestra economía. Y es que el turismo no puede prosperar en sociedades tan desiguales, con altos niveles de violencia e inseguridad.
Antes de la pandemia nuestro país recibíamás de seis millones de turistas al año. Ahora bien, en el año 2020, y como resultado de la pandemia, el turismo dominicano decayó un 60% en el periodo enero-noviembre.
Estos datos deberían movernos a la reflexión por varias razones: 1) porque no hemos sabido aprovechar las oportunidades que nos brinda el turismo para activar el aparato productivo nacional.
2) porque no podemos permitir que la economía dominicana dependa básicamente del turismo dada la fragilidad de este renglón.
En el año 2018 nuestro país produjo 780 mil quintales de maíz, siendo apenas el 5%de todo el maíz que consumimos. Importamos 2,700 toneladas de carne de chivo y ovejos de las 4,900 toneladas de dichas carnes que el país consume cada ano.
El país demanda 1,407,010 quintales de habichuelas y apenas estamos produciendo 594,088 quintales en 125 mil tareas que se siembran cada ano de esta leguminosa. Otro tanto ocurre con la cebolla.
El país consume 150,000 quintales de esta bulbucea cada ano y apenas estamos produciendo 67,000 quintales. El país, por igual, está produciendo 64,000 quintales de papas e importando 65,000 de los 129,000 quintales que consumimos.
Pero lo que ocurre con el ajo es catastrófico, de los 200,000 quintales que el país demanda cada año apenas estamos produciendo 18,000 quintales en 1,500 tareas sembradas.
Con el café ocurre algo parecido, pues resulta que de todo el café que nuestro país consume estamos importando el 82% y produciendo apenas el 18%.
Lo que dice la lógica es que esto no debería estar sucediendo en un momento histórico en que los países luchan por garantizar su seguridad alimentaria e incorporar cada vez más ciudadanos al mercado de consumidores.
UN APUNTE
El dinero
Ya se ha dicho que en este país se gastaba el 3.9% del presupuesto en dilapidaciones, es decir 167 mil millones de pesos al año. Pero no sería mala idea que se invierta en el desarrollo de estos proyectos el dinero recuperado producto del decreto 22-21 emitido por el presidente Luis Abinader de fecha 11/01/2021.
Por: Milcíades Palmer Taveras
milciades.palmer@gmail.com