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Viena

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Chiqui Vicioso

Algo que me llamó la atención en Viena fue el gran conocimiento que tienen las organizaciones de mujeres, tanto de ONGs como de la ONU sobre nuestro país.

Lamentablemente ese conocimiento no se debe solo a las Mirabal y al 25 de Noviembre, sino al hecho de que somos parte de un grupo muy reducido de naciones que aun no aprueba las tres causales, figurando con Nicaragua.

¿Qué tiene de particular que figuremos con Nicaragua? El hecho de que allá el Cardenal Obando, padre de varios hijos, decidió apoyar a los Ortega a cambio de que prohibiesen las tres causales. Aquí, todos recordamos la tenaz oposición del cardenal López Rodríguez, aunque recientemente una joven denunció en Youtube una relación durante veinte años con él, protestando porque ahora no se lo dejan ver.

Son las contradicciones del dogma, un dogma que el clero está obligado a defender aunque muchos no puedan testimoniarlo en sus propias vidas (hay múltiples ejemplos y todos muy conocidos).

El problema es que como siempre somos las mujeres las que terminamos siendo víctimas de esa contradicción, ya que un grupo de hombres se ha atribuido el derecho de poder determinar si una mujer que se puede morir en el embarazo tiene que asumirlo; si un feto con daño irreversible tiene que nacer, o lo peor, si una víctima de violación tiene que parir de la bestia que la violentó.

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Aquí aun se discute sobre si una niña de once años embarazada por su abuelo de trillizos debería parir, aunque se tratara de una aberración genética y psicológica porque ninguna niña de esa edad esta en condiciones de criar otros niños.

Dijo Joaquín Balaguer, en un momento de absoluta franqueza, que la Constitución no es mas que un pedazo de papel, resultado de las creencias de los hombres de su tiempo que la redactaron.

En la Constitución original no hay un solo artículo que plantee la salud reproductiva de las mujeres ni le otorgue a un grupo de Moisés las tablas de la Ley sobre ese tema.

Por suerte los dos sectores fundamentales para la salud de las mujeres: los médicos y enfermeras, están de acuerdo con las tres causales. Con ese apoyo no necesitamos la bendición de ningún obispo, o ministro, de ningún –hombre-, que determine como podemos ejercer nuestra salud reproductiva.

Nosotras no estamos exigiendo que los padres irresponsables se vasectomicen, ni la castración real o química de los violadores, ni que obispos y curas asuman sus compañeras y reconozcan a sus hijos.

El respeto al derecho ajeno es la paz, e idealmente el amar al prójimo y -prójima- como a nosotros mismos.