La magia del NH
¿A qué debe aspirar el huésped de un hotel al que llega a pasar unos
días por cuestiones de trabajo?
¿Será suficiente que tenga de comer para no morir de inanición, una cama en la cual reponer el cansancio y estar ubicado en un lugar en que todo quede accesible?
Esas serían las aspiraciones promedio del huésped, también promedio, cuando no se tienen estándares de apreciación en firme, que procuren que esa experiencia supere la de estar en casa.
España es un país líder en turismo y su tradición se basa en haber logrado un nivel de excelencia. Particularmente en la formación del personal y en la calidad de los insumos que se ofrecen (servicios de
alimentos y bebidas, instalaciones, y otras facilidades).
Tras haber estado seis días en el Hotel NH Nacional, de la Avenida del Prado, en Madrid, llego a la conclusión de que un hotel cumple consumo misión cuando logra hacernos sentir mejor que en nuestra
casa.
Y para lograrlo, ese hotel puede o no tener grandes espacios en su recepción, puede contar o no con una excelente decoración, puede figurar en las listas o no de las preferencias de los clientes más exigentes, puede aparecer, o no, con los mejores o peores comentarios en los portales de evaluación (y que se pueden prestar a
decir indistintamente verdades o mentiras)…lo que sí es ineludible en su veracidad, es la experiencia misma, el trato mismo, los servicios ofrecidos.
Y en este aspecto, ofrezco el testimonio del trato exquisito que ofrece
el personal del hotel NH Nacional, en avenida del Prado.
Me sentí tratado con efectividad de respuesta a mis necesidades y
afecto real, además de un servicio muy profesional y bien presentado de alimentación, y las facilidades en la habitación: cama, ropa de cama, baño, televisión de alta resolución, climatización, limpieza y
seguridad.
La fortaleza del turismo en España, se apoya en la forma en que sus
recursos humanos han asimilado la trascend