Opinión

Vivencias cotidianas de allí y aqui

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El tedio y el aburrimiento

 

Aunque son palabras sinónimas, mi intención es el reunir algunos de los conceptos que me interesan para comentar este tema sobre el que se han escrito numerosos textos, ensayos y artículos. Según la RAE, el aburrimiento es el “fastidio de no contar con algo que distraiga y divierta”. En el caso del tedio, aparte de definirlo como aburrimiento extremo, añade la de signación “estado de ánimo del que soporta algo o a alguien que no le interesa”.

Se trata de un estado de ánimo que convive con el uso que se hace del tiempo libre e incluso con la profesión que hayamos elegido o nos veamos obligados a realizar.

En más de una ocasión estos estados anímicos nos han invadido a todos. Sin embargo las personas están divididas entre los que reconocen y toman conciencia de su ello y los que lo niegan atestándose de múltiples actividades para evitarlo.

Aunque existen precedentes históricos del tedio, parece ser que éste se extendió, en el mundo occidental, a partir del “Romanticismo”. Precedentemente sólo se manifestaba en grupos sociales minoritarios, como son la nobleza y el clero. Actualmente, el tedio v aen aumento y, según afirma Lars Svendsen, afecta usualmente a todo individuo. Existe hoy en día la certeza de que cualquier fracción de tiempo no aprovechado es aburrimiento.

Es preciso saber que el cuerpo humano no está preparado para soportar durante todo el día toda la diversión y la vida excitante que deseamos, cualquier placer al que tengamos acceso, la lucha perpetua para alcanzar nuestras aspiraciones. Sin embargo, la industria nos ha proporcionado suficiente material para malograr esos ratos de ventajosa vacuidad en la que “no pasa nada”. Ese tiempo para utilizar nuestro libre albedrío trayendo, por ejemplo, nuestro pasado al presente y/o los sueños para el futuro, para entrar en nosotros mismos y remover nuestras conciencias, para vivir en el presente que es la única manera en que realmente se vive. Quedarse a solas con uno mismo no es una pérdida de tiempo, es todo lo contrario, es adquirir reconocimiento de nuestra existencia.

Quizás se asemeje al de Schopenhauer, quien afirmaba que prefería estar solo a mal acompañado, pero no quiero dejar de mencionar lo que para mí es el verdadero aburrimiento. Se trata del asalto de tedio y aversión que nos invade cuando nos rodea gente que no nos aporta nada; gente “vampira” que nos absorbe; personas mediocres y de iguales convicciones. Se hacen llamar amigos nuestros cuando, teniéndolos a ellos, no nos hacen falta enemigos. Conjunto de seres humanos que parecen haber muerto incluso antes de nacer. El tener que soportar cualquier tipo de relación con ellas, es realmente patético.

Conclusiones personales a las que he llegado y que no tienen por qué compartir conmigo, obviamente: Disponer de tiempo “muerto”, es decir libre, sólo es aburrido para el insensato. Cosas que nos llevan al tedio son la rutina y vivir prolongadamente “colgados” de un proyecto concluido. El único auténtico aburrimiento es el que procede de aguantara gente mediocre, intransigente, cobarde y arrogante. Disfrutar del llamado aburrimiento debería formar parte de las virtudes del ser humano. El sentirse aburrido es la creencia de que no se está siendo útil ni recibiendo el nivel suficiente de estimulación.

El Nacional

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