El presidente de la Comisión Permanente de Hacienda del Senado, Tommy Galán, no ha tardado en culpar a la prensa sobre sus declaraciones en el sentido de que después de las elecciones de mayo se realizaría una reforma fiscal. Por el costo electoral de las afirmaciones la enmienda sobre un tema tan espinoso era más que inminente.
Pero algo hay con relación a una reforma tributaria, básicamente con el propósito de aumentar las recaudaciones para complementar el Presupuesto para este año, aunque por razones tácticas la gente del Gobierno lo niegue. Y no propiamente por las denuncias en ese sentido de economistas de la oposición.
A Galán le dieron un fuerte tirón de oreja sobre lo que se considera una metedura de pata al confirmar aprestos para aumentar los impuestos y que trató vanamente de justificar alegando que se inscriben dentro de la Estrategia Nacional de Desarrollo (END), cuyo proyecto lleva más de dos años en las cámaras legislativas.
El senador por San Cristóbal, que ahora se limpia tratando de ensuciar a la prensa de haberlo malinterpretado, fue muy enfático al señalar que hasta el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) ha reclamado no sólo la aprobación de la estrategia diseñada por el consultor francés Jacques Attali, sino una reforma integral.
Pero los motivos que enarboló no han sido más que los adornos. Desde que se aprobó el Presupuesto para este año economistas como el doctor Arturo Martínez Moya, a quien su condición de opositor no le resta capacidad ni responsabilidad, habían advertido que la pieza estaba sobrevaluada y que sería completada con una reforma tributaria.
Abocarse a un proyecto de esa naturaleza antes de las elecciones sería catastrófico para el oficialismo. Pero el senador Galán soltó del gatillo al confirmar, aunque ahora trate de defenderse y embarrar a la prensa, los planes de las autoridades para subir la presión tributaria.
De hecho, el ministro de Economía, Temístocles Montás, ha advertido en diferentes ocasiones que más temprano que tarde habrá que abocarse a crear nuevos impuestos para mejorar la calidad del gasto, destinar más recursos a la educación y abordar múltiples demandas sociales.
La afirmación que el senador de San Cristóbal ahora niega por sus efectos políticos concatena con señales muy concretas emanadas de los predios del oficialismo, así como con la necesidad de más recursos para amortiguar el déficit fiscal que ha arrastrado el Gobierno.
Que Galán se haya excedido es otra cosa. Pero nadie más que él fue quien dijo que la reforma se aplicaría para cumplir con el mandato del proyecto según el cual se consigna la necesidad de que las fuerzas políticas, económicas y sociales arriben a un pacto fiscal orientado a financiar el desarrollo sostenible para garantizar un proceso de reestructuración. La prensa no lo malinterpretó. El habló muy claro.

