Yoyner Pérez se dirigía a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) cuando sufrió el accidente que en el año 2012 le cambió la vida, pese a ello, dice que nunca se desalentó en su lucha para convertirse en profesional.
Tenía apenas 19 años cuando luego de pasarse unos días de vacaciones en Baní, provincia Peravia, salió un 18 de enero con destino a la UASD con todas las ilusiones que puede tener alguien que desea superarse.
Aquel accidente provocó que perdiera sus dos piernas, pero no su sueño de superarse , recorriendo un camino lleno de vicisitudes que al final venció al graduarse como licenciado en Educación mención Inglés, una profesión que dice, hoy ejerce con mucha satisfacción, enseñando también a sus estudiantes que hay que enfrentar las limitantes que puedan surgir en la vida.
“A sinceridad no te puedo decir cómo pasó, porque yo iba dormido y cuando desperté me encontraba en el pavimento y desde el primer instante sentí que mis piernas no estaban bien”, explica Yoyner con nostalgia al recordar aquel fatídico día.
También te podría interesar: Aborto, feminismo y racismo temas más polarizados en RD
La guagua cayó al precipicio
Relata que, cuando iba rumbo a la capital para la UASD, el autobús fue detenido por agentes de la Dirección de Personal del Estado Mayor Conjunto del Ministerio de Defensa (J1) para ser inspeccionado y que mientras estaba parado un camión de mezclado de cemento o trompo lo mandó directo al precipicio.
Según el joven, esto lo sabe porque pasajeros que iban junto a él en la guagua le contaron lo sucedido, hecho del que resultaron varios muertos y como en su caso, heridos de gravedad.
Cuenta que el golpe que recibió fue tan fuerte que perdió el conocimiento por alrededor de 15 a 20 minutos. Y que luego sintió que algo no andaba bien.
“Lo que sé del accidente es porque me lo contaron”. «Desgraciadamente, cuando desperté ya estaba tirado en el suelo y ensangrentado, y había muchas personas heridas y muertas”, prosigue.
Tras recobrar la conciencia se percató que sus dos piernas “tenían múltiples heridas” y sangraban profundamente mientras miembros de la Defensa Civil trataban de ayudarlo.
«Yo tenía tiempo siendo parte de la Defensa Civil de San Cristóbal por lo que había experimentado casos similares, pero nunca yo», agregó.
Quizás quieras leer: Incansable labor de las madres niños con autismo: una prueba de amor
Al contar su historia, parece ya tener dominio de sus recuerdos y emociones, dijo que ese día al ver sus extremidades en esas condiciones le pareció desolador y desde ese momento se preparó para lo peor, lo que lamentablemente ocurrió, pues perdió sus dos piernas. Primero le amputaron una y a los 10 días la otra, pese al esfuerzo de los médicos que le atendieron.
El procedimiento se realizó en el Hospital Darío Contreras, donde fue ingresado por casi dos meses. Durante días padeció fuertes dolores mientras los médicos trataban de salvarle sus extremidades, pues “les daba pena que un joven de su edad las perdiera”.
Lo que siguió fue el proceso de rehabilitación y aprender a vivir con esa limitación motora.
“Fue muy duro al principio se me hacían llagas cuando tenía que ir a trabajar”, cuenta.
«Aprendí que en la República Dominicana las personas que tienen una condición física tienen que valerse por sí solos, ya que a las personas no les importaba verme con un bastón en la mano y de pie en el trasporte público, se me hacían llagas porque no podía estar mucho tiempo de pie, cada quien andaba en lo suyo pero para mí eso nunca fue un obstáculo», expresó el joven.
Un hombre que ama la educación
Han transcurrido 11 años desde entonces, hoy con 30 años Yoyner tiene dos prótesis colocadas en los muñones de las rodillas que le permiten caminar y hacer su vida casi normal.
Indicó que, su vocación estaba destinada para ser profesor, pero en el proceso de estudiar magisterio pasó por dos carreras y por dos facultades en la universidad.
Sostuvo que, antes del accidente estudiaba Imágenes Médicas y luego con la ayuda del fenecido exrector Mateo Aquino Febrillet pudo hacer cambio de carrera, escogiendo Música en la Facultad de Artes.
«Sí que me gusta la música, a pesar de todo toco de vez en cuando la guitarra y también alquilo equipos de sonido», dice al reconocer algo obvio, pues en su casa son visibles su guitarra y los equipos de sonido que posee.
Estudió inglés por Inmersión y esa fue la llave que dice, le abrió las puertas, “eso me ayudó a conseguir mi primer empleo en un Call Center” y con esos ingresos pudo, más adelante, cambiar de universidad y carrera.
Visiblemente emocionado expresó que en el 2015 se graduó de Educación mención Inglés en la Universidad Dominico Americana, ( UNICDA ).
Desde hace cinco años imparte docencia en la Escuela Básica Benito Araujo del Distrito Municipal de Hatillo, donde ha recibido el apoyo de sus compañeros y la comunidad.
“Mi experiencia en la educación es fantástica, amo la educación desde que soy un niño. Entiendo que el que tiene información y la sabe transmitir se convierte en héroe. Tuve profesores que marcaron mi vida y hoy en día trato de evitar esas experiencias con mis estudiantes, por el contrario, trato de motivarlos y mostrarles que hay algo más que las limitantes que la vida les pueda presentar”, dice.
Su fe lo mantuvo de pie
Yoyner se define como un hombre de fe, que con el accidente vivió el momento más difícil de su vida, sin embargo; eso no tronchó sus anhelos pues, tenía la convicción “de que algo bueno iba a venir”.
“Desde muy pequeño he tenido una formación cristiana y siempre he creído que todo lo que sucede es por voluntad de Dios y eso fue lo que creí desde el día uno, desde el momento que pasó hasta que pasaron la primera amputación, que eso trajo choque entre los especialistas (…) pero para mí siempre fue la voluntad de Dios y siempre estaba seguro que algo bueno iba a venir”, expresa al rememorar el hecho.
Su familia
Reconoce que, aquel accidente no solo le cambió la vida a él, también para su familia fue difícil, especialmente para su madre, quien no aceptaba el destino que le esperaba a su único hijo.
«Mi mamá no asimilaba lo que Dios tenía para mí y cada amputación la marcó mucho a ella, mi familia y amigos», relata.
Recuerda que cuando transcurrieron los primeros 35 días después de la amputación retornó al mundo real, lleno de obstáculos al saber que ya no tenía las piernas, pero mantenía sus deseos de ayudar a su madre y darle una vida mejor.
«Para mí eso sí fue un poco chocante y tenía que tomar la decisión de salir adelante y así lo hice, nunca deje de luchar por mis sueños».
A pesar de sus limitantes, en el mismo año de su accidente, relata emocionado que conoció al amor de su vida y luego en el 2015 contrajo matrimonio y que la vida le ha dado como fruto de su amor dos hermosos hijos «mi razón para seguir adelante día tras día».
Mensaje a los jóvenes
Su mensaje para la juventud es que vivan su vida en base a su realidad y que no se dejen deslumbrar por los que otros le presentan como una realidad, “cuando tienen la suya al frente”.
“La vida es una, hay que vivirla, pero tenemos que vivir nuestra vida no la de otros, no dejarnos desenfocar por lo que otros nos muestran como una realidad cuando nosotros tenemos una al frente, las limitantes nos las ponemos nosotros, cada quien tiene que decidir qué hacer o no con su vida”, precisó Yoyner Pérez.
Destacó que, “El -yo no puedo- tiene que ser una palabra no existente en el vocabulario no solamente de los jóvenes, sino de toda persona y seguir”.