Tania Herminia Montolís Noesí, de 33 años, fue acuchillada varias veces por su ex pareja Miguel Ángel Valerio Díaz, 52, cuando se encontraban en una sala del Juzgado de Paz, donde fue citado por el Ministerio Público para una conciliación por manutención de 2 hijas que tuvo con ésta, de 13 y 17 años de edad. Esa fue la noticia.

Y fue crónica de impacto la semana pasada por varias razones: por los 19 años de diferencia entre el feminicida -porque nadie duda que la quiso matar- que señalan una maternidad adolescente de 16 años, con un hombre de 35; porque era una madre demandando la pensión alimenticia de sus hijas a un padre viejo e irresponsable; por suceder en pleno Juzgado de Paz y frente al Ministerio Público; y finalmente, porque fue en un proceso de conciliación por demanda de manutención.

La edad del feminicida respecto a la de la víctima es preocupante en una cultura como la nuestra en la que la adultocracia impera, en términos de control simbólico y material de las personas adultas y masculinas sobre el resto de los grupos etarios. Y las adolescentes son abusadas frecuentemente por adultos que las desean y creen son su propiedad, en completa complicidad con padres, madres y familias enteras que mejoran su vida gracias a la «venta» de sus virginidades.

El lugar donde actuó el feminicida Miguel Ángel Valerio Díaz, intranquiliza, porque descubre una falta total de vigilancia en esos recintos, así como un desconocimiento de lo que se está tratando, y sobre todo, pone al descubierto un sistema vulnerable que sigue sin entender la necesidad de profundizar la cuestión de la Violencia Basada en el Género Contra la Mujer, por más que inventen planes y programas.

Finalmente, los procesos de conciliación, tienen su historia en el país cuando se trata de este tipo de violencias. Hubo tiempos en que se conciliaba en los destacamentos y fiscalías a víctimas y victimarios, y costó trabajo hacer entender la gran desventaja y riesgo de la mujer maltratada en ese proceso, hasta que se entendió y se prohibió en materia de violencia contra las mujeres.

Pero el sistema, necio y sobre todo androcéntrico, sigue enfrentando a agresores con agredidas, sin tomar en cuenta que los hombres violentos suelen matar a sus hijos e hijas para «castigar» a las mujeres si no se pliegan. Y sin entender que esto es un problema grave que no se resuelve si no se conoce.

Pero, no importa, dirán en la presidencia, estamos en el año de las exportaciones!