El presidente Danilo Medina, en la Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Dominicano, CED, manifestó preocupación por la facilidad con que se disuelven los matrimonios en el país, y garantizó que en un próximo gobierno suyo continuará poniendo especial atención en afianzar la cohesión familiar a través de políticas que les permitan a las personas mejores condiciones económicas y sociales.
Sus declaraciones, junto a los reiterados llamados de las iglesias a la «unidad familia», nos recuerdan que se está promoviendo un modelo ideal de familia nuclear, biparental, armónica, formada por padre, madre, hijos e hijas, que desarrollan roles claramente establecidos y en la que las personas se forman para el éxito social, que no es el característico en nuestro país y promover esta imagen no nos ayuda a comprender nuestra realidad, porque no la refleja.
En la R. Dominicana, no hay un modelo de familia, sino que hay modelos de familias, lo que obliga a desmitificar estas asignaciones teóricas y desfasadas que constituyen la información de las escuelas y de las iglesias, y que siguen manteniendo un prototipo familiar ajeno a los tipos dominicanos.
Aquí, desde hace cientos de años, tenemos familias extendidas, que incluyen parientes consanguíneos y afines; familias monoparentales, formadas por una sola persona y sus hijos e hijas, generalmente mujeres; familias homoparentales, conformada por parejas homosexuales, de hombres o mujeres, con sus hijos e hijas biológicos o adoptados; familias ensambladas, con dos o más familias, que puede incluir a aquellas familias conformadas solamente por hermanos, o por amigos, donde el sentido de la palabra “familia” no tiene que ver con parentesco de consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos, convivencia y solidaridad, quienes viven juntos en el mismo espacio; y agregando que, en su mayoría, todas son familias de hecho.
A esta realidad, añadimos que, la mayoría de las familias dominicanas están dirigidas y mantenidas totalmente por una mujer. La Encuesta Nacional de Propósitos Mútiples, Enhogar 2011, de la ONE, establecía que «la proporción de jefas de hogar que no tienen pareja, sea por viudez, divorcio, separación o por ser solteras, es superior al 50%», lo que nos advierte que este podría ser el modelo de familia dominicana más amplio.
Esto indicaría al presidente y a su equipo, así como a las iglesias, que trabajar por la familia dominicana, empieza por hacerlo con y por las mujeres en un urgente y primer momento, que son las criadoras, mantenedoras, educadoras y sostenedoras de la economía familiar y de la del país en la pesada cotidianidad.