Estamos en diciembre y en medio de la «Campaña de los 16 días de activismo», que abarca también, la Campaña del Lazo Blanco, ambas para el período del 25 de noviembre, dedicado a la no violencia contra las mujeres, al 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.
La Campaña del Lazo Blanco, incorpora a los hombres al esfuerzo por contener estas violencias basadas en el género contra las mujeres y nace de un grupo de canadienses masculinos como reacción activa al asesinato de 14 mujeres estudiantes de la Escuela Politécnica de Montreal, por el «delito» de ser mujeres”, crimen misógino cometido por Marc Lépine, de 25 años.
El 6 de diciembre de 1989, Lépine, entró en una de las salas de clases de la Escuela Politécnica en la que había unas 60 personas, gritando, «Quiero aquí sólo a las mujeres», amenazó y ordenó a los aproximadamente 48 hombres presentes, que dejaran el aula, alineó a las nueve jóvenes que allí quedaban y tras gritarles que eran «unas feministas» les disparó.
Murieron seis y tres quedaron heridas. Ya había asesinado a una secretaria antes de entrar a esa sala. Luego, fue a la cafetería disparando a mansalva y mató a tres jóvenes mujeres.
Se dirigió a una segunda sala y asesinó a otras cuatro.
Luego se suicidó. Al final de su recorrido, había matado a 14 jóvenes mujeres entre 20 y 31 años.
Son desafíos para desmontar prácticas.
Estas fechas emblemáticamente dolorosas para las mujeres, se conmemoran año tras año para recordarnos que existe en el mundo una brecha grande de género, fundamentada en el poder socio cultural, que tiene como gran manifestación la violencia asesina contra las mujeres y las niñas y que hay que cambiar.
En nuestro país, las modificaciones en el sistema de atención no han sido suficientemente eficaces y respaldados como para evitar las más de 200 dominicanas que mueren al año solo por ser mujeres, ni para las miles de ellas que reciben maltrato y violencias extremas por parte de los hombres, sean o no de su entorno.
Nuestro sistema de poder, masculino y sexista, si bien ha sido capaz de mantener un discurso del tema, se resiste a considerar la necesidad de un plan nacional preventivo capaz de abarcar a toda la práctica sociocultural, ejecutando acciones que impliquen a todo ese sistema.
El reto es desmontar prácticas machistas, sexistas, racistas y clasistas aplicadas desde el poder y la sociedad en sus prácticas, en eso va la vida de las dominicanas.