Desde el año 2008 he recibido millares de spam o correos no deseados. Jurídicamente no se condenan, pero muchos de los que al suscrito les envían se refieren a conversaciones sostenidas por la vía telefónica, lo que revela que me escuchan, en violación al numeral 3 del Art. 44 de la Constitución de la República y a la Ley 53-07 sobre Delitos de Alta Tecnología.
Mis correos electrónicos han sido hackeado decenas de veces, me he encontrado discusiones con personas que alegan que desde mi celular se les ha estado vipeando durante todo el día y al número residencial hacen llamadas desde el insólito y nunca visto número 88888888. Mi tarjeta de débito de Banreservas fue clonada y el 10 de mayo, a las doce de la madrugada, se hicieron dos retiros en un cajero del BHD, del sector de Herrera, mientras un servidor dormía en su casa.
Del 2008 al 2014 me han hecho miles de llamadas molestosas, en su mayoría desde números desconocidos; de igual forma –pese a que soy un señor de cierta edad— varias damas se me han declarado enamoradas por la vía telefónica (dos de las cuales llegué a conocer en procura del autor de la encomienda), lo que interpreto como la búsqueda de un asesinato sofisticado.
Pero aún más: en varias oportunidades las tuercas de las gomas delanteras de mi vehículo han sido aflojadas, como ocurrió en diciembre de 2012, creyendo que el ruido obedecía a punta de eje, hasta que acudí al mecánico el día 15 y me dijo (después de subir el vehículo con un gato hidráulico): “¡Mire, usted lo que tiene aquí es un atentado criminal!”. Las tuercas las sacó con las manos.
De los que hacen llamadas molestosas contacté a un tal Junior, quien atribuye autoría intelectual a Yomaira Gómez Pérez, la cual denuncié ante el fiscal Juan Miguel Vásquez, quien mostró parcialización hacia la dama, con la que se miraba con frecuencia, me interrumpía por cada palabra y las pruebas (mis pruebas) no las leyó, se las pasó al padre de la acusada. El caso es grave por las personas que tiene detrás la acusada. Demando su intervención directa.