Opinión

A rajatabla

A rajatabla

Orión Mejía

Vientos y tempestades

Hay que insistir hasta el cansancio en la necesidad de que Gobierno, clase política, sector productivo y sociedad civil volteen rostros hacia el sector externo y ajusten las coordenadas nacionales en dirección a los vientos de la sociedad global.

¿Cómo convencer a la clase dirigente de que República Dominicana no es ya solo un asiento insular, sino una economía pujante que requiere como agua al cuerpo interacción fluida y continua con el mundo exterior.
Fíjense como en un abrir y cerrar de ojos el país es arrastrado por la vorágine de una coyuntura mundial, cuyo epicentro en términos geopolíticos se localiza al doblar de la esquina o tan cerca como en el mismo vecindario con las crisis de Venezuela y Haití.

El Gobierno ha tenido que hilar fino para evitar que Washington aplique represalias de manera directa o indirecta por sucesivas expresiones de autodeterminación como han sido la apertura de relaciones diplomáticas con China y la posición de promover diálogo político con respecto a Venezuela.

A eso se debe que República Dominicana se alineara en la OEA con la corriente países que no reconoce legitimidad al presidente Nicolás Maduro, pero sin reconocer tampoco a Juan Guaidó, designado por el proscrito Parlamento venezolano.

A causa de las sanciones económicas de Estados Unidos contra Venezuela, que incluye congelar los recursos generados por Citgo, distribuidora venezolana de derivados de petróleo, así como las exportaciones de Pedevesa, los precios del crudo se han disparados a nivel mundial, con obvio perjuicio para la economía dominicana.

El presidente Donald Trump ha declarado emergencia nacional para poder liberar desde el Presupuesto federal casi cinco mil millones de dólares que les niega el Congreso para construir su muro en la frontera con México, lo que seguramente agravara la crisis política e institucional que afecta a esa nación.

Lo razonable sería que desde aquí se monitoree la situación de la política estadounidense porque su desenlace estaría íntimamente vinculado con áreas vitales de la economía nacional como remesas, turismo, inversión extranjera e intercambio comercial.

El debate político y económico que escenifica el liderazgo nacional, con distancia guardada, se asemeja al que protagonizan jugadores de dominó, porque aquí no se habla sobre las repercusiones de la crisis haitiana, ni el efecto de la crisis de gobernanza en América Latina o la entrada en plena vigencia del Cafta.

La economía dominicana, sustentada en un robusto crecimiento y expansión, puede ser lastimada por efectos de convulsiones políticas, económicas y financieras que involucran a varios países.

El Nacional

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