El Presidente Luis Abinader está gobernado dentro de un contexto internacional sumamente complejo. Nuestros países latinoamericanos y dependientes, se encuentran de rodillas ante el tétrico panorama que nos depara este duro presente, en donde sin haber salido en su totalidad de la crisis pandémica, los resultados de esta última, han sido muy favorables a nuestro país.

La cruenta y desigual guerra que se libra en estos momentos entre Rusia y Ucrania, es una temible realidad que se está traduciendo de manera vertiginosa, en el acrecentamiento de nuestras realidades, lo que nos sumerge dentro de un rudo pantano económico que amenaza con ahogar cada vez más a muchos países de esta parte del mundo.

Sin embargo, el capitán que guía el barco de esta media isla, luce ser un estadista con capacidades muy pronunciadas, con un inmenso deseo de llegar a puerto seguro, pues, muy a pesar de las apocalípticas declaraciones de una oposición que conoce las realidades internacionales por la que pasa el mundo, el Presidente, nos luce, que tiene el firme deseo de llevar la nave por un rumbo que a nuestro entender, es el más correcto.

Abinader luce mesurado. Con un marcado interés en solucionar gran parte de las problemáticas que enfrentamos, tanto de la pasada administración, así como de otros que han surgido, y que continuarán surgiendo como consecuencia de la sinrazón que vive una gran parte de Europa y que quiérase o no, nos está tocando de manera muy sensible.

Al Presidente le ha tocado gobernar en medio de escenarios confusos. Muy desfavorables.