El acuerdo sobre tierras raras y aranceles a que arribaron Estados Unidos y China no solo genera expectativas por estos lares, sino que reducen las tensiones generadas por el pulso entre las dos potenciales mundiales.
El encuentro de por sí entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping en Corea del Sur supone una cierta desescalada en la guerra comercial que tenía el planeta en vilo. Los mandatarios, que también abordaron la agresión de Rusia a Ucrania, optaron por puentes para mejorar sus relaciones y liberar al mundo de la incertidumbre que suponía la confrontación.
En medio del ambiente no pasa por alto la orden de Trump de probar las armas nucleares de Estados Unidos. Al disponer de tierras raras para República Dominicana tiene un particular significado que el tema se incluyera en las negociaciones.
Pero China, tras advertir que no busca desafiar ni reeemplazar a ningún país, urgió a Estados Unidos a centrarse en el largo plazo para evitar caer en un círculo vicioso de represalias. Trump accedió a reducir del 20 al 10 % los aranceles a los productos chinos en represalia por el tráfico de fentanilo.
De esa manera los gravámenes totales se reducen de 57 a 47 %. En América y República Dominicana, donde las dos potencias tienen mucha incidencia, el acuerdo es un esperanzador alivio.

