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El chantaje de la fusión
Desde que regresé de Francia hace casi un cuarto de siglo y me integré a las incipientes labores de la cooperación al desarrollo entre Unión Europea y los países de África, Caribe y Pacífico (los ACP) en el marco del extinto Convenio de Lomé IV se escucha el mismo chantaje proveniente del litoral patriotero: el objetivo de quienes promueven el diálogo binacional entre Haití y la RD es fusionar en una sola las dos naciones que coexisten en la isla.

Años después cuando en 1996 ingreso al Ministerio de Relaciones Exteriores como consultor del PNUD en la gestión de Eduardo Latorre y luego como viceministro para asuntos consulares y migratorios sucedió lo mismo. Incluso, cuando el canciller Hugo Tolentino Dipp, con quien también tuve la honra de colaborar, dispone la modificación de la vetusta ley de extranjería de la época de Trujillo, también sonaron los estertores ultranacionalistas contra ese proceso por considerar que este nuevo régimen, donde se contempló legalizar el estatuto de trabajador temporero y la regularización migratoria, favorecería las intenciones “fusionistas”.

No niego que alguno que otro funcionario de organismos internacionales se refiriera al tema como una absurda e impracticable solución a la recurrente crisis institucional haitiana, la que ha llevado a la vecina nación a ser considerada por muchos como un Estado fallido. No obstante, desconozco las voces que desde ambos países han propuesto con rigor científico la cacareada fusión de ambos Estados como una salida inteligente a la falta de cooperación funcional e integración económica interestatal.

En días recientes visionarios empresarios de ambos lados han conformado el Consejo Económico Binacional Quisqueya, CEBQ, el que ya ha lanzado un vasto plan de inversiones en la frontera que alcanzaría los US$5,000 mil millones en 15 años. De parte dominicana Juan Vicini y Fernando Capellán, con el brazo financiero del Banco Mundial, ponen manos a la para comenzar a moldear una “frontera de bienestar” para ambas naciones.

No obstante Manuel Núñez, vocero autorizado de los “patriotas de hojalata”, vuelve con el chantaje de siempre y refiere este proyecto como uno de “fusión económica”. Afirma sin empacho que “Los ideólogos de este plan tratan de ocultar sus maniobras bajo la mascarilla de una integración económica y social de las dos fronteras, presentándole la idea al país de que las naciones están desapareciendo…En un Estado federal el pueblo dominicano perdería su independencia”. ¿Pero de dónde saca este intelectual obnubilado por la xenofobia anti-haitiana tal descabellada idea?.

Juan Vicini se ha visto en la obligación de esclarecer, de manera contundente, los conceptos que animan el CEBQ, el que “muy especialmente no promueve ni motiva ni va de acorde con sus planteamientos la fusión de los dos países, sino todo lo contrario… busca desarrollar la frontera dominico-haitiana con el propósito de generar oportunidades para los ciudadanos de cada país en su propio territorio… erradicar la pobreza en las comunidades fronterizas… precisamente para dar respuesta al descontrol migratorio que resulta de la disparidad macroeconómica que hoy existe entre las dos naciones… y así crear condiciones para que los dominicanos puedan repoblar la frontera y para que los haitianos encuentren la prosperidad que los mueve a emigrar hacia nuestro país en su propio territorio”. ¡No al chantaje de la fusión!

El Nacional

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