Opinión

AL DÍA

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¿Cuál fue la grave ofensa recibida por “Angelita” Trujillo de su esposo, el coronel Luis José (“Pechito”) León Estévez, para no sólo divorciarse sino conservar la custodia de los cuatro hijos del matrimonio y quitarles el apellido de su padre?

 El tirano Rafael Trujillo, sus hijos, sus hermanos y toda su parentela era gente de pasiones.  Habría que hacer la excepción de sus hermanas Julieta, Japonesa y Marina, aunque no de Nieves Luisa.

 “Ramfis”, Angelita y Radhamés, “hijos mimados” del tirano y de su esposa María Martínez, crecieron con sus caprichos satisfechos aún antes de expresarlos. Eran los príncipes de una corte despótica como se estilaba en Oriente.

 Cuando la joven Pilar Báez y el teniente Jean Awad Canaán casaron, en 1958, se rumoró en sectores de la oligarquía y la burguesía trujillistas, que “Angelita”, casada ya con “Pechito”, había dado más que muestras de un enamoramiento del teniente de la aviación.

 Y se agregó que la segunda hija del tirano, la primera, en realidad, porque a Flor de Oro se la “tenía a menos” por ser hija del matrimonio de Trujillo con Aminta Ledesma y por sus trazas de mestiza, había sufrido lo que el despecho causaría en seres humanos de esa naturaleza.

 Sabedor de la situación, “Pechito” entendió que su esposa querría la desaparición de Pilar, en Estado ya y a punto de dar a luz, a lo que él, golpeado en su hombría por la infidelidad formal o real de su mujer, agregaría el asesinato de Awad Canaán.

 En ese entonces, a los oficiales “en desgracia” se los destinaba a los pueblos de la frontera. Al teniente Awad lo destinaron a San Juan de la Maguana, que no es fronteriza pero sí cercana y apartada, más que nada en esa época de hace cincuenta años.

 Un antiguo miembro del Servicio de Inteligencia militar quien reside en Bonao confiaría al comentarista de televisión Julio Hazim haber recibido la orden de “Pechito” para asesinar al esposo de la señora Báez de Awad, quien ya había muerto de manera muy sospechosa, internada en una clínica por el parto de su primogénita y unigénita.

 ¿Fue la orden para asesinar al teniente Awad Canaán lo que “Angelita” no le perdonó nunca a quien era entonces su marido, provocara su divorcio y la llevara a despojar a sus cuatro hijos del apellido paterno?

 ¿No se agravó esa ofensa por el hecho de que la hija del tirano se vio impotente para imponer el castigo de lugar a su esposo por la protección que a éste daba  su hermano “Ramfis”?

 ¿Cómo podía “cobrar” “Angelita” sino con dejar al marido  y quitarle el derecho de que sus hijos llevaran su apellido?

El Nacional

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