Editorial

Al señor

Al señor

Al presidente de la Barrick Gold, Manuel Rocha, se le atribuye decir que el contrato para la explotación de la mina  de oro de Pueblo Viejo fue firmado por el Gobierno y ratificado por el Congreso por lo que  espera que las autoridades sean responsables y cumplan lo acordado.

Como de responsabilidad  se ha hablado, es menester  aclarar  al señor Rocha que  en la  Constitución de la República esa acepción se vincula con la obligación de los funcionarios públicos de defender el patrimonio y el interés nacional, como lógicamente lo representa un bien no renovable con valor comprobado de  cincuenta mil millones de dólares.

Tiene razón el señor Rocha  al afirmar que  en la negociación de ese contrato  los ejecutivos  de esa multinacional interactuaron con “gente seria” que por esa condición está hoy compelida a gestionar una revisión de ese convenio a los fines de subsanar vicios de consentimiento que se erigen como lesivos para el Estado.

Conviene recordarle al presidente de la empresa denominada ahora Barrick Pueblo Viejo que la primera versión del contrato de  explotación del yacimiento  aurífero fue revisada en 2008, por razones coyunturales invocadas por los inversionistas, como  la crisis  hipotecaria y financiera, los bajos precios del oro y la falta de financiamiento para ese proyecto.

Es obvio que como  las circunstancias han cambiado significativamente y que hoy el oro, en vez de moverse en  una franja de 300 a 700 dólares la onza, su precio supera los US$ 1,750  y con perspectivas de superar los US$2,000.

Los términos de “responsabilidad” y “gente seria”, usados por el señor Rocha, encajaban mejor en tiempos de la Guerra Fría, cuando ese ejecutivo desempeñó funciones  diplomáticas en Santo Domingo, La Paz y La Habana, pero ahora de lo que se trata es de la pretensión de  explotar un yacimiento de oro que es propiedad de un Estado que no se reputa como República bananera.

 Se admite que lo que el señor Rocha define como “mega inversión” de la Barrick Gold en Pueblo Viejo (US$3,500 millones), ha sido de gran provecho para la economía  dominicana, como también lo es la posibilidad de que  esa empresa exporte  un promedio de un millón de onzas de oro anuales por un periodo de 25 años y de  los empleos que genera.

Lo que resulta irrenunciable es que Gobierno y Congreso invoquen el derecho del Estado dominicano a solicitar una inmediata revisión del contrato  con la Barrick Pueblo Viejo a los fines de  reivindicar una mayor y más justa participación en los beneficios que genera esa operación. Eso hay que hacerlo de manera seria y responsable.

El Nacional

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