“¡Atrapados!”
Así tituló este vespertino el pie de la foto principal de la edición del pasado viernes 18 del presente mes y continuaba: “Carlos José Félix Lora es rescatado por una patrulla de la policía de una multitud que anoche intentó lincharlo en el ensanche “La Paz”, acusado de asaltar, junto a Florencio Confesor Díaz y Vianela Nivar Benítez, a los pasajeros que abordaban el vehículo que conducía, los ladrones usaban el carro Toyota Corolla placa A06133, con logo de Apolo Taxi. Durante la agresión Félix Lora fue herido de bala en la pierna izquierda.
Otra mujer que formaba parte del grupo, y a la que apodan Iris, logró escapar del lugar”.
La foto era más que expresiva. Los que la puedan buscar en la red, podrán entender mejor estas líneas. El presunto ladrón (no se comprobó esto en ningún tribunal), un hombre de tez oscura, corpulento, aparecía tirado en el suelo, una multitud a su alrededor y dos policías que lo tenían agarrado de ambas manos y al parecer intentaban levantarlo. Al lado, esgrimiendo una pistola el civil que probablemente le hirió en la pierna.
El pie de la foto se corresponde con el título, fueron “atrapados” tres de los cuatro, solo escapó la tal Iris, pero los que estamos realmente atrapados somos los ciudadanos de este país que no tenemos protección alguna contra los delincuentes, porque si alguien me preguntase a quién le temería más, si al rescatado ladrón o a sus rescatadores, respondería sin pensar que a éstos últimos.
Probablemente la rueda de la vida, las circunstancias de una existencia marcada por la pobreza, la falta de oportunidades, la marginalidad fruto de políticas gubernamentales maleadas por la corrupción y el clientelismo han sido la que arrastraron a los tres supuestos atracadores a delinquir, pero los dos policías que lo rescataban, probablemente sean tan delincuentes como ellos (ver nuestro trabajo de la semana pasada), simplemente están ubicados circunstancialmente en el otro lado que supuestamente nos protege, y eso los salva, pero abajo estamos toda una sarta de pendejos, expuestos a ellos, sin esperanza a la vista, entre los que está el que lo sufre desde “Algo más que salud”.